LA CARTA...
DUNIA
SÁNCHEZ
Baja escalones con
la presura de alguien la aguarda. Abre
la puerta. Una bóveda ceniza envuelve sus ojos apagados. Es el viento otra vez,
se dice. Cierra bien fuerte. Tan fuerte que retumban las paredes estropeadas por
el paso del tiempo. Descubre una carta en el suelo. Al menos el cartero ha
venido, se dice. La misma carta todos los meses. Es de alguien desconocido,
alguien a quien ella quisiera conocer. Pero no hay letras solo un pétalo de
rosa cuyo aroma la arrastra a la ensoñación, a la nostalgia. Sube de nuevo
hasta su puerta. Entra temblorosa, lenta con aquella carta en la mano y
saboreando con su olfato aquel pétalo ¿Quién será?, se pregunta. Sabe que estoy
aquí, que vivo aquí. No se habrá equivocado. Se asoma al balcón por si ve a
alguien, la nada inunda la urbe. Una lluvia liviana, suave comienza a
caer. Coge el pétalo y con él sobre hace
un avión. Sopla y sopla y lo deja caer desde el balcón. Observa cómo es
arrastrado por la lluvia hacia una alcantarilla. Guarda el pétalo en su diario.
Tantos…se dice. No sabe qué hacer. De
pronto de su diario se engendra algo. Algo que asciende hasta su techo. Es un
rosal. Con tantos pétalos se ha llenado el de ellos. Es hermoso. Un rosal
blanco. Se queda mirándolo, interrogándose. Se da cuenta de la vida que queda
por venir. Afuera continua lloviendo. Esta no cesa. Mientras ella con su diario
abierto en blanco y el rosal. Se siente dichosa, feliz. Es una señal.
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