JUGANDO EN EL
CONGRESO | UN MINISTRO CHULESCO Y UNA PAELLA PARA EL
WHATSAPP
La mañana empieza animada en la sesión
de control al Gobierno en el Congreso. Como siempre que habla Rajoy, todos los
suyos ocupan su escaño prestos a aplaudir e increpar a los que osen disturbar
su discurso. Es año electoral y los puestos en las listas se antojan mermados.
Comienza el debate descafeinado, Alfred Bosch interpela al presidente sobre la
escasa inversión para paliar la pobreza infantil en Cataluña, el presidente le
acusa de mentir. Lo normal. La tribuna de prensa se llena de periodistas
bostezantes y ujieres avizores. Todos y cada uno de nosotros tiene algún
cometido concreto y zascandilea a la espera del momento que nos saque de la
duermevela a la que someten la mayoría de intervenciones, que a duras penas se
escuchan con el murmullo del hemiciclo.
Habla Pedro Sánchez, pregunta al
presidente sobre la crecida del Ebro y el papel del Gobierno en su gestión, se
sienta molesto. Se nota en su comportamiento gestual que la mesa del Congreso
no le dejó cambiar su pregunta para interpelar a Rajoy sobre la trama Gürtel.
El presidente en su papel, una multitud de datos sobre la “impecable”
intervención de su Ejecutivo en la gestión de las inundaciones. Siempre actúan
así, impecablemente. Acaba la intervención presidencial. Y empieza el show.
Pedro Sánchez usa la réplica para
quejarse de que no le permitieran cambiar la pregunta y hablar de la Gürtel.
Rajoy le menciona los EREs. La bancada socialista grita: ¡Gürtel!, la bancada
popular grita: ¡EREs!, no se oye nada más que algarabía y reproches, el fondo
norte gritando al fondo sur. Sólo faltan las bufandas y las pancartas, y que
Andrea Fabra se dirija como ella sabe a “la bancada socialista”. Se sienta
Rajoy. Se acalla el ruido. Los invitados en tribuna se miran, algunos ríen,
otros mueven la cabeza avergonzados. El espectáculo debe continuar.
Coge la palabra Irene Lozano y otorga
dignidad al foro. Con la verdad y la seguridad que le ha dado escuchar y
atender al drama de la militar Zaida Cantera y encabezar su defensa
parlamentaria ante el ministro de Defensa, que sistemáticamente ignoró las
peticiones de ayuda de una mujer militar acosada sexual y laboralmente. La
diputada de UPyD pide la dimisión del ministro por su dejación de
responsabilidades y el máximo exponente del lobby de las armas se torna
chulesco, desafiante e irrespetuoso. Insulta y manda callar a la diputada
poniéndose el dedo en los labios mientras se dirige a Irene Lozano. Ahora es
Zaida Cantera la que agacha la cabeza y la mueve queriendo negar que la actitud
que ve es de quien debiera protegerle. Un espectáculo que se trasladó minutos
después a los pasillos tras los retazos de decencia que mostraron Irene Lozano
y Zaida Cantera. Una diputada del PP, una mujer, hablando con Pedro Morenés en
los pasillos da una patada más de desvergüenza al día de hoy en el Parlamento:
“Con lo educado que tú eres, cómo se nota que UPyD se está hundiendo en las
encuestas”. El movimiento de negación con la cabeza es ahora de los periodistas
que esperan para tomar declaraciones al ministro.
Volvemos a la tribuna de prensa. Cuento 35 diputados de 350 escaños que
siguen el pleno. Algunos están trabajando en otros menesteres, Alberto Garzón y
Gaspar Llamazares reciben a la plataforma en defensa de la Sanidad pública
mientras el trabajo en el hemiciclo continúa. Otros han acudido a actos en
memoria de las víctimas del 11M. Pero son muchos los que no están. ¿Y dónde
andan algunos?, en la paella. Los diputados valencianos organizan un reparto
del insigne ágape levantino para pedir su inclusión en los emoticonos del
whatsapp. Siguen la senda de Alemany, un cómico valenciano que con su Paella
Emoji pide poder mandar el arroz por el móvil. Era a las 12:00. Llego tarde al
evento más colorido del día. Y tengo hambre. Celia Villalobos hoy sí ha leído
la prensa. Pero los protagonistas han sido el whatsapp y una paella, y la
indignidad de un ministro.
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