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sábado, 7 de febrero de 2015

TIEMPOS DIFÍCILES, GENTES DIFÍCILES

TIEMPOS DIFÍCILES, GENTES DIFÍCILES

POR PATROCINIO NAVARRO VALERO

Estos son tiempos difíciles, de luces y sombras extremas. Los seres humanos hemos ido creando un  mundo a nuestra imagen y semejanza partiendo de la materia prima de la Naturaleza y atentando a la vez  contra sus leyes. Naturalmente, unos más que otros. Los ricos, por ejemplo, más que los pobres; las grandes industrias, más que las industrias artesanales, y así sucesivamente. Como resultado, lo que conocemos genéricamente como “mundo”, esta clase de mundo  perversamente desigual y definitivamente contaminado, tiende a desaparecer. Los cambios en ese sentido se suceden  aceleradamente, porque hemos llegado a un punto de involución tal en  esta  perversa civilización construida a golpes de desamor y violencia de todos los tipos y tamaños, que ya no puede sostenerse más. Son infinitos los abusos  cometidos contra todos los jardines primigenios de la vida, y no solo cada vez más personas se oponen a esta clase de devastación, sino que la Naturaleza misma se rebela dando muestras de su hartazgo con  toda clase de catástrofes: terremotos, tsunamis, inundaciones, sequías, tormentas destructivas y muchas cosas más que configuran este peligroso cambio climático.

También nosotros como especie  nos hallamos en grave peligro, ¿o alguien creyó que nos íbamos a librar de recibir la piedra que lanzamos al cielo sobre nuestra cabeza?

Hemos  llegado a creer, desde nuestra ignorante intelectualidad orgullosa, racionalista y egocéntrica, que la Naturaleza y nosotros no formamos parte de lo mismo, y que es posible destruir los cimientos de nuestra casa sin que el techo se desplome sobre nosotros.  Suponiéndonos poseedores de un extraño privilegio, actuamos sobre el medio natural en todos sus reinos como si fuese  una especie de universo paralelo, pensando  que  nunca nos puede devolver el mal que le hacemos, o que llegado el momento sabremos encontrar los oportunos remedios.  Ingenuos.

Con la misma filosofía, actuamos con  nuestro cuerpo, con el uso de nuestra energía personal y con  nuestros semejantes. Nos mal-tratamos y mal-tratamos con frecuencia; agredimos  nuestro personal planeta corporal, nuestro microcosmos biológico y psíquico, y actuamos a la vez contra  el Macrocosmos, al que pertenecemos como energía y como materia (que es energía condensada de baja vibración.). Por la ley de causa y efecto, el boomerang de nuestras agresiones se vuelve finalmente  contra nosotros con la misma intensidad, pues ninguna energía se pierde, y cada siembra tiene su propia cosecha, como enseña Jesús el Cristo en Su Sermón de la Montaña.

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