ATAQUE AÉREO A TELESUR
EDUARDO
ROTHE
Si un
fogonazo nuclear borrara a Caracas con todos sus habitantes, la noticia saldría
por teleSUR . Desde su fundación, y
especialmente desde que su sede estuvo alojada en el edificio de VTV, teleSUR
cuenta con un Plan B, un Plan C, un Plan D, un Plan E… media docena de
alternativas para que nada ni nadie pueda silenciar la voz de la Patria Grande
en el canal multiestatal de América Latina y el Caribe.
.
Cuando
el mundo supo, por el Daily Mirror de Londres del 22 de noviembre 2005, que el
presidente Bush había propuesto al primer ministro británico Tony Blair
bombardear Al Jazeera, ya teleSUR estaba preparada: conocía el antecedente del
bombardeo de la NATO a la Radio y Televisión Serbia (RTS) el 22 de abril de
1999, que mató a 16 personas. Pero 24 horas después, antes que terminara el
rescate de las víctimas atrapadas en los escombros, que se comunicaban y
guiaban a los salvadores mediante sus celulares, la RTS retomaba sus
transmisiones desde una ubicación secreta. Francia se opuso al vil ataque,
Amnistía Internacional lo consideró crimen de guerra y Noam Chomsky un acto de
terrorismo.
Son
más de 800 trabajadores que hacen vida en la sede principal que pretendían
atacar
.
Los
norteamericanos saben lo inútil que fue el ataque a la RTS, y prevén la ola de
indignación que levantaría la muerte de centenares de periodistas y técnicos de
toda América Latina que trabajan en teleSUR: mayor que la del atentado parisino
contra Charlie-Hebdó. Además, el tal bombardeo no afectaría, para los efectos
de un golpe, a otros medios venezolanos, oficiales o privados.
.
Un
ataque aéreo contra el edificio de teleSUR es como pegarle a una mujer para que
ame, criminal e inútil.
El
absurdo, la ignorancia y la torpeza en la maldad de los conspiradores que
planearon el ataque aéreo contra teleSUR, sólo puede explicarse desde Colombia
porque lleva la firma de odio de Álvaro Uribe Vélez. Matar al mensajero es
práctica usual de este personaje, y teleSUR lo obsesiona porque allí se
expresan las voces libres y disidentes de Colombia, y eso basta para que Uribe
tache a Telesur de “terrorista”, como tacha de terrorista a todos los que
denuncian sus crímenes y latrocinios.
.
No
importa mucho si el dinero que compra traidores y asesinos viene de la derecha
estadounidense, de los petroleros prófugos en Colombia o de los banqueros de la
mafia anticubana de la CIA de Miami, el operador es Uribe y su huella
sanguinolenta está impresa en todos los casos de violencia política que sufre
Venezuela: la guarimba, el intento de matar a Leopoldo López, las maquinaciones
de Lorent Saleh, el asesinato de Robert Serra, el magnicidio contra Maduro, y
el planeado ataque aéreo contra edificaciones gubernamentales venezolanas y
Telesur.
.
Que
los opositores venezolanos se vean en ese espejo. No todos los que trabajan en
teleSUR son chavistas (como no lo son en ministerios e instituciones) ni
quienes viven y trabajan en sus alrededores: las bombas y cohetes no preguntan,
destrozan, derrumban, queman, mutilan, desgarran, asfixian, matan. Pero eso no
les importa a los empresarios de la muerte y a su gerente mayor, Uribe
Vélez Y, a la final, tampoco nos
importa a nosotros, los venezolanos, colombianos y latinoamericanos que hemos
decidido vivir libres y soberanos, amando, produciendo, estudiando, creando,
proponiendo, capeando dificultades, protestando y criticando, trabajando en paz
nuestras diferencias. En eso que llaman democracia.
.
Un
ataque aéreo contra el edificio de teleSUR es como pegarle a una mujer para que
ame, criminal e inútil. Porque
teleSUR “no es un edificio, teleSUR es más de ochocientas personas que hacen
posible esta señal, que no tiene pausa y que no la va a tener…” (Patricia
Villegas). Más que eso, la etiqueta #SomosGenteTeleSur no sólo se refiere a los
trabajadores del canal, sino a todos los latinoamericanos, a esta gran
humanidad que ha dicho basta y ha echado a andar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario