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lunes, 26 de enero de 2015

MUHAMMAD ALÍ, UN CAMPEÓN DE LA VIDA

MUHAMMAD ALÍ, UN CAMPEÓN DE LA VIDA

POR EDUARDO SANGUINETTI

“Vi el mundo entero. Aprendí algo de la gente de cada lugar. Hay verdades en el hinduismo, en el cristianismo, en el Islam, en todas las religiones. Y también en el hablar sincero. La única religión que vale es el amor”. Esta frase pertenece a Muhammad Alí, el boxeador más importante de todos los tiempos.

Un referente ineludible, dadas su condiciones para el deporte, su talento, inteligencia y sobre todo el humor con el que se manifestaba, diciendo las verdades más atroces con la más amplia sonrisa.

En fin, un militante de la paz, la autodeterminación del individuo, logrando un sitial de honor entre las figuras de la historia, como musulmán y referente del Islam en Estados Unidos, anteponiendo la libertad de elegir, sin presiones de ningún tipo y llegar a ser un individuo libre.

Fuera del ring, Muhammad Alí se convirtió en un símbolo de la paz para la reivindicación de los derechos de la comunidad negra, discriminada y perseguida en Estados Unidos, como así también se convirtió en una figura social de enorme influencia en la política y en las luchas sociales o humanitarias a favor de los afrodescendientes, sin olvidar su rechazo a la guerra de Vietnam, oponiéndose a su reclutamiento de manera absoluta, lo que le valió la pérdida del título de campeón mundial, además del rechazo e indiferencia de sus seguidores.

Una frase de este campeón de la vida, respecto al tema Vietnam, lo muestra de cuerpo entero: “¿Por qué me piden ponerme un uniforme e ir a 10.000 millas de casa y arrojar bombas y tirar balas a gente de piel oscura mientras los negros de Louisville son tratados como perros y se les niegan los derechos humanos más simples? No voy a ir a 10.000 millas de aquí y dar la cara para ayudar a asesinar y quemar a otra pobre nación simplemente para continuar la dominación de los esclavistas blancos”.

En la década del 60 Muhammad Alí gozaba de una popularidad mundial, sobre todo en naciones donde la comunidad musulmana era mayoría; había logrado dicha notoriedad por su acercamiento al Islam, que comenzó en 1959 y su conversión en 1961. Muhammad Alí fue la resistencia contra la atroz discriminación de la comunidad de raza negra en Estados Unidos, anteponiendo argumentos al prepotente discurso de la ultraderecha conservadora y cristiana, que anteponía la supremacía del hombre blanco a todas las creencias que no fueran las de ellos.

Cuando retorna al boxeo tras la suspensión, con lo sembrado en infinidad de entrevistas y discursos, el afroamericano ya era visto como una figura respetada en el mundo del deporte y de la comunidad estadounidense.

No está de más agregar que en los atentados del 11-S, Muhammad Alí enfatizó que el Islam es una religión de paz y jamás dio fe al relato oficial.

El ejemplo de la vida de Muhammad Alí, un referente para millones de personas en este mundo, sin importar su color de piel y la religión que profesan o no, lo traigo, a días de cumplirse el aniversario de su nacimiento, como símbolo de apertura y unión entre los que deploramos la violencia y la demonización a la diferencia, de quien sea y por lo que sea. Y en parábola les dejo una última frase de este hombre: “Soy musulmán, soy boxeador, un hombre que busca la verdad. No estaría representando al Islam si fuese un terrorista. Todo el mundo debe conocer la verdad: Islam es paz”.


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