MUHAMMAD ALÍ, UN CAMPEÓN DE LA VIDA
POR EDUARDO SANGUINETTI
“Vi el mundo
entero. Aprendí algo de la gente de cada lugar. Hay verdades en el hinduismo,
en el cristianismo, en el Islam, en todas las religiones. Y también en el
hablar sincero. La única religión que vale es el amor”. Esta frase pertenece a
Muhammad Alí, el boxeador más importante de todos los tiempos.
Un
referente ineludible, dadas su condiciones para el deporte, su talento,
inteligencia y sobre todo el humor con el que se manifestaba, diciendo las
verdades más atroces con la más amplia sonrisa.
En
fin, un militante de la paz, la autodeterminación del individuo, logrando un
sitial de honor entre las figuras de la historia, como musulmán y referente del
Islam en Estados Unidos, anteponiendo la libertad de elegir, sin presiones de
ningún tipo y llegar a ser un individuo libre.
Fuera
del ring, Muhammad Alí se convirtió en un símbolo de la paz para la
reivindicación de los derechos de la comunidad negra, discriminada y perseguida
en Estados Unidos, como así también se convirtió en una figura social de enorme
influencia en la política y en las luchas sociales o humanitarias a favor de
los afrodescendientes, sin olvidar su rechazo a la guerra de Vietnam,
oponiéndose a su reclutamiento de manera absoluta, lo que le valió la pérdida
del título de campeón mundial, además del rechazo e indiferencia de sus
seguidores.
Una
frase de este campeón de la vida, respecto al tema Vietnam, lo muestra de
cuerpo entero: “¿Por qué me piden ponerme un uniforme e ir a 10.000 millas de
casa y arrojar bombas y tirar balas a gente de piel oscura mientras los negros
de Louisville son tratados como perros y se les niegan los derechos humanos más
simples? No voy a ir a 10.000 millas de aquí y dar la cara para ayudar a
asesinar y quemar a otra pobre nación simplemente para continuar la dominación
de los esclavistas blancos”.
En
la década del 60 Muhammad Alí gozaba de una popularidad mundial, sobre todo en
naciones donde la comunidad musulmana era mayoría; había logrado dicha
notoriedad por su acercamiento al Islam, que comenzó en 1959 y su conversión en
1961. Muhammad Alí fue la resistencia contra la atroz discriminación de la
comunidad de raza negra en Estados Unidos, anteponiendo argumentos al
prepotente discurso de la ultraderecha conservadora y cristiana, que anteponía
la supremacía del hombre blanco a todas las creencias que no fueran las de
ellos.
Cuando
retorna al boxeo tras la suspensión, con lo sembrado en infinidad de
entrevistas y discursos, el afroamericano ya era visto como una figura
respetada en el mundo del deporte y de la comunidad estadounidense.
No
está de más agregar que en los atentados del 11-S, Muhammad Alí enfatizó que el
Islam es una religión de paz y jamás dio fe al relato oficial.
El
ejemplo de la vida de Muhammad Alí, un referente para millones de personas en
este mundo, sin importar su color de piel y la religión que profesan o no, lo
traigo, a días de cumplirse el aniversario de su nacimiento, como símbolo de
apertura y unión entre los que deploramos la violencia y la demonización a la
diferencia, de quien sea y por lo que sea. Y en parábola les dejo una última
frase de este hombre: “Soy musulmán, soy boxeador, un hombre que busca la
verdad. No estaría representando al Islam si fuese un terrorista. Todo el mundo
debe conocer la verdad: Islam es paz”.
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