CON PENA Y
SIN MIEDO
POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO RIOPLATENSE
Francia todavía no se recupera del
atentado a la revista satírica Charlie Hebdo, el más sangriento de los últimos
40 años.
Entre
todos los comunicados de condolencia con el gobierno de Francia, expresando el
rechazo por el atentado al semanario, hago mención al de la presidenta del
Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, por denotar una ausencia de fanatismo en
desfavor de millones de seres islámicos, al margen de creencias y descreencias,
pues soy un agnóstico declarado, considerando a las religiones, como el “opio
de los pueblos” (Karl Marx dixit): “La violencia, proceda de donde proceda,
siempre resulta injustificable -indica la presidenta de la cámara-. Ante este
tipo de actos, sólo cabe reafirmar nuestra apuesta por la defensa de todos los
derechos humanos sin excepción y nuestro compromiso con la libertad”.
No está
de más aclarar que Marx no sentía tanto que la religión fuera mala, sino que al
calmar el dolor de los pueblos, evitaba que lucharan para salir de las causas
de ese dolor: “La alienación religiosa tiene su origen en la alienación
económica y no podrá superarse mientras no se supere ésta… La religión es el
suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu
de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo”.
Aparentemente,
el terrible atentado a la revista Charlie Hebdo lo han cometido
fundamentalistas islámicos, que no difieren de los fundamentalistas de otras
religiones y creencias por cierto. Un ataque que no tiene justificación alguna,
como sucede con absolutamente todos los actos de esta naturaleza. No obstante,
no me parece admisible que la solidaridad con el semanario francés se
manifieste oponiendo la atroz frase del “ojo por ojo” al multiplicar las
caricaturas del semanario que satirizan al profeta Mahoma, congregando a
multitudes en las calles a pedir venganza y terminar con todos los inmigrantes
de origen musulmán. Ahora bien, claman también por la defensa de la libertad de
expresión, tan ausente cuando hay que denunciar genocidios que se producen hoy,
ante los ojos del mundo, como el del pueblo palestino, entre tantos otros.
Pareciera que los asesinatos gozan de status ¿o no?
Han
comparado los asesinatos cometidos con los atentados del 11-S de 2001. Creo que
quienes lo hacen están animados de las peores intenciones. Antes de
malinterpretar mi argumento y calificarme de tarado, hagan el ejercicio de
ponerse en el lugar de un islamista: sería hipócrita no admitir que la política
exterior de Estados Unidos, en complicidad con la europea, es determinante: se
han inventado guerras preventivas dejando a naciones del Islam, como Irak,
Libia, Afganistán, etc., en peor situación que antes de los conflictos; se han
cometido violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos; se han realizado
torturas, se han documentado y no se juzgó a sus autores; se han cometido miles
de asesinatos con drones infringiendo el Derecho Internacional.
Se
podría afirmar que los asesinos son de origen islámico, pero los autores
intelectuales y sus jefes ¿a quién responden?, ¿quién se beneficia con estos
atroces asesinatos? ¡Que persista la memoria! El miedo al Islam se ha expandido
como una peste. De más esta decir que fueron atacadas mezquitas en Europa luego
del atentado al medio francés y que nadie se solidarizo con los fieles de la fe
islámica.
Manifiesto,
en plena libertad de expresión, tan ausente en las corporaciones económico
mediáticas de esta región, salvo en este medio plural, que admite la
diferencia, sin dar espacio a fundamentalismos y a la diferencia, mi total y
absoluto rechazo a los asesinatos en la revista Charlie Hebdo, sin importar su
procedencia: nadie puede quitar la vida a nadie. Pero, Marine Le Pen, líder del
Frente Nacional, propuso convocar a un referéndum para que los franceses se
pronuncien sobre la aplicación de la pena de muerte en el país. La dirigente
expresó un fuerte mensaje de “preocupación” por el “nivel de infiltración del
Islam radical en nuestro territorio y todos los medios deben ser puestos en
marcha para proteger a nuestros ciudadanos”.
Y por
supuesto, este atentado alienta y da espacio a que desde las oscuras trincheras
del “orden”, se resuciten ciertos impulsos mesiánicos de higiene étnica y
religiosa, arribando al indeseado estadio en que la incertidumbre, ante la
intolerancia, se sublima en cruzadas sangrientas y absurdas.
Basta de
venganzas y atentados a la vida, en nombre de ninguna fe en la que incluyo el
culto al dinero, en una guerra de fuegos cruzados, donde ya nadie sabe quién
mira a quién.
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