XX ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE INTERSINDICAL CANARIA Y LOS NUEVOS
RETOS DEL SINDICALISMO EN EL PRESENTE
POR DOMINGO GARI
Hace 20 años que un grupo de
sindicatos nacionalistas (SOC, STEC, CANC, CCT) conformaron Intersindical
Canaria. Aquellos cuatro sindicatos eran la evolución de organizaciones
anteriores que habían nacido al final del franquismo. Fueron los protagonistas
de las principales luchas sindicales en el momento de la transición. Los
pormenores de las andanzas de cada grupo está por escribir. Entonces el
movimiento obrero insular estaba a la ofensiva conquistando derechos laborales
y sociales, mejoras en el puesto de trabajo, subidas de salarios como nunca
antes había ocurrido. Algunos de los hitos más importantes de estos procesos
los estudié en Tenerife en Rojo. Luchas obreras durante la transición
democrática 1975-1977. La investigación debe seguir avanzado y otros episodios
ser desvelados y analizados. Es preciso el compromiso de investigadores y de
sindicalistas para colaborar en la construcción del archivo de la transición,
que aún incompleto, se custodia en la biblioteca de Guajara de la Universidad
de La Laguna.
El sindicalismo nacionalista
ha formado parte del ADN del movimiento obrero canario desde sus orígenes a
finales del XIX. En aquel tiempo se pensaba que la liberación de los pueblos y
de los individuos formaba parte de un mismo proceso, de ahí que en sintonía con
lo que ocurría en otros territorios (Cuba, Filipinas), el anarquismo y el
sindicalismo nacionalista andaran de la mano. La idea la simbolizó aquí
Secundino Delgado. El obrerismo libertario no dudó de la simbiosis de ambos
procesos, lo animó y promocionó con distinto éxito en diversos pueblos del
mundo.
Canarias, sociedad
premoderna, sometida a una metrópoli que ella misma era premoderna, vio la
primera experiencia libertaria y nacionalista truncada por el enorme peso del
caciquismo insular, el analfabetismo de los campesinos, la pequeñez numérica de
la clase obrera, y lo reducido de la intelligentsia, que además en buena medida
se veía forzada a la emigración de manera recurrente, igual que el resto de
sectores sociales. De tal forma que las posibilidades de que madurase algo
parecido a lo que pasó en Cuba o Filipinas eran bien remotas. No fue hasta la
irrupción de luchas laborales a principios de los sesenta cuando volvió a
reverdecer la idea, poniéndose las bases del sindicalismo de clase y nacional
canario.
Tras 1973 se forjaron
distintas organizaciones, primero de manera clandestinas y luego legales, para
surcar el terreno del sindicalismo nacionalista. La experiencia que arranca a
mitad de los setenta ha sido la que ha tenido una mayor proyección histórica y
social. El sindicalismo nacionalista, que de manera mayoritaria representa IC,
sin olvidar la existencia de otras organizaciones menores, no siendo la mayor
central sindical de Canarias, sin embargo, está presente con fuerza en los
sectores estratégicos de la economía en las islas. Transporte, puertos,
sanidad, educación y turismo, son espacios en los que IC juega un papel
destacado.
Desde la creación de IC en
1994 hasta la actualidad muchas cosas han cambiado en el mundo sociolaboral y
político. En consecuencia, el papel de los sindicatos también se ha visto
modificado por tales hechos. De manera paulatina el mundo de las relaciones
laborales ha dejado de estar presidido por el trabajo estable, con jornada
regulada, salario en progresión, y derechos sociales asociados al welfare
state. En tal modelo, combatido por el neoliberalismo desde mediados de los
ochenta, el sindicato jugó un papel central para la mejora de las condiciones
de vida del conjunto de la población trabajadora. El sindicato era una fortaleza
siempre en guardia contra los intentos de recorte de derechos. Una masa estable
y amplia de trabajadores con conciencia de clase lo garantizaba.
Pero el avance del
neoliberalismo con sus secuelas de deslocalización industrial, financiarización
de la economía y precarización del puesto de trabajo cambió completamente las
reglas del juego, y las relaciones de fuerza entre el capital y el trabajo. El
capital recuperó el terreno que había perdido durante los decenios anteriores,
y volvió con fuerza para establecer un modelo neoliberal de alcance mundial,
que debilita a las organizaciones sindicales nacidas en el contexto de la
segunda revolución industrial. El problema central ahora consiste en saber
darle una nueva orientación a la política sindical, para que siga siendo
efectiva en la defensa de los intereses de los asalariados.
Los gobiernos emiten leyes
que favorecen la desregulación del mercado laboral, los altos índices de
desempleo producen bolsas enormes de reserva de mano de obra, que tiran hacia
abajo del precio del trabajo. La competencia por conseguir empleo debilita la
conciencia de clase y genera mecanismos de dumping entre los mismos
trabajadores. Los partidos mayoritarios de izquierda se han mudado al
neoliberalismo, y en la escala UE se alían con los conservadores y los
liberales a las órdenes de los poderes financieros y de los grandes lobbies
industriales. El último gran episodio a este respecto es la negociación en
secreto del TTIP, defendido por la socialdemocracia como el que más. En tal
contexto el mundo sindical debe trazar nuevas estrategias y propuestas. Dentro
de ellas debería ser primordial la demanda de una Renta Básica de Ciudadanía,
que garantice mínimos vitales a todos los ciudadanos, y que ayude a fortalecer
la posición de fuerza del mundo del trabajo. Partiendo de un salario mínimo de
ciudadanía, se podrá resistir en mejores condiciones el abuso que supone los
trabajos precarios con salarios bajos. Otra idea fuerza tendrá que ser la que
propone el reparto del trabajo y la reducción de las jornadas laborales, tal y
como los sociólogos del trabajo vienen reclamando hace mucho tiempo.
Por supuesto que los
sindicatos deben revisar su relación con el Estado, su dependencia respecto del
mismo, reencontrarse con la democracia de base, desterrar el burocratismo, y
abrirse a nuevos sectores sociales, que por las características del mercado de
trabajo en el mundo neoliberal, no necesariamente están insertos como
trabajadores reglados. Igual que entre los sesenta y los setenta se reinventó
el mundo sindical en el Estado español y en Canarias, ahora es tiempo de pensar
el sindicalismo con nuevas claves, porque corremos el riesgo de descubrir que
tras el neoliberalismo lo que se esconde es el feudalismo.
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