UN MUNDO EN
SITUACIÓN DE RIESGO
EDUARDO SANGUINETTI, FILOSOFO Y
POETA
Los 43 estudiantes desaparecidos en
el estado mexicano de Guerrero fueron quemados y enterrados con su ropa,
después de ser detenidos por la policía, entregados al crimen organizado y
asesinados por unos sicarios, informó hace unos días el fiscal general
mexicano, Jesús Murillo Karam.
“Los quemaron
con todo y ropa y los enterraron con todo y ropa”, afirmó Murillo en una rueda
de prensa en la que anunció la detención de tres personas que se declararon
autores confesos del asesinato de los 43 estudiantes desaparecidos el pasado 26
de setiembre en el estado sureño de Guerrero. ¿Y ahora? ¿Qué hacemos los que ya
no soportamos tanto asesinato, genocidio y caos en el planeta? ¿Qué hacemos los
que sabemos que en el día a día se cometen atrocidades de todo tipo que no
toman estado público?, pues la complicidad de los medios económico
corporativistas no admiten nada fuera del marco de la noticia de farándula o
alguna causa aislada, que no amerite movilizaciones y denuncias a los
gobiernos, artífices de todo lo que tiene de bestial el diario oficio de
permanecer en esta tierra.
¿Hasta cuándo
tanto asesinato por mercadeo de esclavos, narcotráfico, degradación del medio
ambiente, financiamiento de guerras, genocidios filmados y visualizados por una
audiencia escatológica conformada por los habitantes de las más diversas
naciones y demás constipaciones? Los presidentes que hablan de todo en
generalidades y obviedades, no los he oído manifestarse ante este genocidio de
los 43 estudiantes mexicanos, ¿por qué?, ¿no han leído la noticia?, ¿o existe
alguna presión externa que los hace inhibir de manifestarse en libertad? O
quizás simplemente ya saben los pasos a dar en este ajedrez que se ha
humedecido y las piezas han caído.
¡Ah! y la
farándula, presente en cuanta campaña de causas armadas cual espectáculo
insano, en ritmo solidario, ¿no denuncia este genocidio de los 43 estudiantes?
Farándula, que como drones, se infiltra en todos los intersticios del organismo
comunitario, tan proclive a sumarse a causas inútiles. Farándula y
“celebrities”, sin origen y sin talento, funcionales a los poderes de las
transnacionales, de gobiernos, de ONG que blanquean activos devenidos de
negociados de drogas, prostitución, armas y gobernantes asimilados al “nuevo
orden mundial”, que lo ha tomado todo, en nombre del caos y el pensamiento
“único”, presentes hasta el hartazgo en los medios corporativistas, con sus
estúpidos twitters, selfies de las cirujeadas mujercitas mostrando a la ávida
audiencia, sus encantos corporales, cual rutina de vida y noticia de un mundo
sólo para mononeuronales. Creo que Orwell se ha quedado corto en sus
admoniciones.
Mientras desde
los poderes se proponen modelos suaves, dulces, débiles, tan complejos y
sutiles como una caricia, la realidad dispone y se entrevé rotunda, agria y
dura como una trompada. ¿Cómo definir un lugar donde todo lo que no está
prohibido es obligatorio? ¿Cómo nombrar a un sistema que denuncia como
reaccionaria cualquier crítica, cualquier acción?
Vivimos en un
mundo en situación de riesgo, con las defensas bajas, un estado de cosas
perfecto para que este sistema “ultratotalitario” se haya instalado, trayendo
consigo todo tipo de signos de tiempos de dictaduras, asimilado a nostalgias de
disciplina o de obsesión de diferencia: la puerta abierta a fundamentalismos,
racismos, academicismos y mesianismos camuflados de progreso, de simulación de
simulacro.
Y no nos
engañemos, la desinformación se despliega en un mundo en el que ya no hay lugar
para la comprobación cierta de nada
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