LA PERFECTA MAQUINA DE ROBAR ENTRE MONTERÍAS Y PUTAS CARAS
FRANCISCO GONZÁLEZ TEJERA
Ese tremendo
dolor, esa sensación de estar gobernados por delincuentes sin escrúpulos, la
sentimos millones de personas, una inseguridad, un hartazgo que nos está conduciendo
a no tener nada que perder, a un estallido social que arrase por tanta miseria
humana de coche oficial y prebenda.
En el estado
español se encarcela a militares que denuncian la corrupción en el ejército, se
sanciona a bomberos, a personas honradas y justas, que se niegan a participar
en el miserable acto de terrorismo que supone un desahucio.
La “democracia consolidada” que pregonan los
amigos del dinero fácil, los sobres, las sanguinarias monterías, cacerías con
orgía incluida, putas caras y tarjetas blacks, en un régimen que no es más que
un inmenso contenedor de basura y corrupción política, el espacio propicio para
el robo, para el saqueo del patrimonio público, condenando a millones de
familias a sobrevivir sin ingresos, con prestaciones de miseria, consiguiendo
con sus políticas que ya casi cuatro millones de niños/as estén pasando
hambre, sobreviviendo bajo el umbral de
la pobreza extrema, que el desempleo bata récords históricos, que infinidad de
personas enfermas dependientes estén muriendo por la vergonzosa retirada de las
ayudas del estado.
Un país, por
llamarlo de alguna forma, que permite que cientos de miles de demócratas estén
enterrados como basura en un número incalculable de fosas comunes, cunetas,
pozos y simas volcánicas, protegiendo y encubriendo a torturadores, policías
fascistas y asesinos de lesa humanidad, responsables directos del brutal
genocidio franquista, el mismo que ahora sus herederos del gobierno justifican,
ignorando a la justicia internacional que los reclama, que exige su inmediata
extradición para ser juzgados.
Cada día un
nuevo escándalo marca nuestra triste cotidianeidad, infinidad de personajes
funestos rellenan los espacios televisivos entre Pantojas, Aguirres, Blesas,
Sorias, Cospedales, Granados, Fabras y un inacabable elenco siniestro de
nombres que nos ruborizan el rostro, sumergiéndonos en un ajeno pudor que esta
banda jamás podrá sentir.
Quizá no sean
humanos o perdieran esa capacidad de empatía con las personas que sufren, que
sufrimos, que luchamos a pecho descubierto por alimentar cada día a nuestros/as
hijos/as, que no salimos de la pobreza, que no vemos, que pueda existir un
futuro de amparo, protección, derechos, democracia y verdadera libertad.
Ese tremendo
dolor, esa sensación de estar gobernados por delincuentes sin escrúpulos, la
sentimos millones de personas, una inseguridad, un hartazgo que nos está
conduciendo a no tener nada que perder, a un estallido social que arrase por
tanta miseria humana de coche oficial y prebenda.
Una percepción
que se hace evidente cuando hablamos con vecinos/as, con amigos/as, con gente
desconocida que te encuentras en el transporte público, en la tienda de
comestibles, en el centro de salud, que te manifiestan en muchos casos con
lagrimas en los ojos, que ya no aguantan más, que no pueden conseguir esa
comida para los/as chiquillos/as, ese halo de esperanza para que esta inminente
Navidad sea más alegre, más feliz que la del pasado año, más optimista y sin
ese sabor a sangre y tristeza en la boca.
A los/as culpables
de este drama humanitario, de un genocidio social, de una masacre provocada de
forma premeditada en un proceso ilimitado de recortes, reformas laborales y
abusos de poder, solo les importa seguir enriqueciéndose a manos llenas. No se
avergüenzan, ni sienten, ni padecen, nos ignoran, nos humillan con sus
pelotazos, sus gastos desproporcionados “en negro”, “en B”, sus juergas,
masajes caros, cenas de cinco tenedores, hoteles de lujo y otras zarandajas
propias de frívolos/as millonarios/as, en una farsa que destruye las vidas de
millones de ciudadanos/as, que nos arrastra al abismo oscuro del sufrimiento,
la injusticia y la sinrazón.
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