LA DUQUESA DE
LA ESPAÑA NEGRA
ESCRITO POR TANIA LEZCANO
El 20 de noviembre murió la duquesa de Alba. Estos
días, los medios de comunicación se han deshecho en elogios, pero la verdad es
que esta mujer representa la etapa más negra del país. Como no podía ser de
otra manera, su familia tuvo vínculos con la dictadura y también tiene muertos
a sus espaldas.
El patrimonio
de la Casa de Alba está valorado en unos 2.800 millones de euros. Y el 90% está
exento del pago de impuestos. La razón es su pertenencia al Patrimonio
Histórico y la cesión que se ha ido haciendo de obras de arte a la Casa de
Alba. Palacios, castillos y enormes fincas repartidas por toda España son una
parte de sus propiedades heredadas durante siglos y derivadas de la explotación
y el hermanamiento con regímenes criminales como el franquista. La cuestión no
es que el 90% de su patrimonio no se tribute en Hacienda por ser histórico. La
cuestión es que ese patrimonio no debería estar en sus manos. Es histórico y,
por lo tanto, de todos. Es el Estado el encargado de protegerlo. Algunos dirán
que el Estado no tiene tanto dinero como para mantenerlo y debe cederlo a estas
grandes familias. Pero es que estas grandes fortunas tampoco deberían existir.
Son el último resquicio de siglos y siglos de explotación y privación de
derechos.
Las propiedades
agrícolas y ganaderas de la Casa de Alba incluyen 34.000 hectáreas repartidas
por todo el país. Únicamente en Andalucía, la familia posee once fincas sólo en
Córdoba y Sevilla. Recientemente, Diego Cañamero, portavoz nacional del SAT,
explicaba al portal Vilaweb que la Casa de Alba recibe 3 millones de euros
anuales de la Política Agraria Común (PAC). Sin embargo, no se le exigen
puestos de trabajo, ni transformación de los productos agrarios, ni respeto al
medio ambiente. Únicamente debe cumplir con los convenios colectivos, pero hoy
en día muchos contratos del campo aún son verbales, por lo que ni siquiera los
cumple. Con 500.000 jornaleros parados y cobrando una miseria de subsidio
agrario, Cañamero recuerda que no quieren subsidios ni limosna, sino trabajar
con sus manos. Sin embargo, los gobiernos de turno han propiciado el caciquismo
y han sido culpables de la situación similar a la época feudal que se vive en
los campos de Andalucía. Para más inri, Cayetano, el hijo de la duquesa, no ha
dudado en repetir en varias ocasiones que los andaluces no quieren trabajar,
cuando es precisamente su familia una de las encargadas de quitarles el trabajo
y, a lo largo de los años, también de explotarlos.
Cayetana ha
sido la persona con más títulos nobiliarios del mundo. Muchos medios reflejan
este hecho como un orgullo para el país, cuando es precisamente el mayor lastre
que puede tener. También se ha calificado a la duquesa de “rebelde” por hacer
siempre lo que ha querido. No es muy complicado hacer lo que se quiere cuando
se tiene semejante fortuna y se codea una con las personalidades más
importantes del país e incluso del mundo. ¿Dónde queda la igualdad entre los
españoles? ¿Por qué esa mujer ha podido hacer lo que ha querido a costa de una
fortuna robada al pueblo durante siglos?
Es importante
destacar que la Constitución republicana de 1931 invalidó sus privilegios en su
artículo 25: “El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios”. Una
prueba de ello es precisamente la expropiación de la finca Las Arroyuelas,
perteneciente a la Casa de Alba y situada en la localidad sevillana de Carmona.
Según un documento del SAT de 2011, el Instituto de Reforma Agraria creado por
el Gobierno republicano expropió legalmente esta finca en julio de 1933 y la
adjudicó a 80 familias de Carmona en 1935, tras luchas legales con el exduque
de Alba y padre de Cayetana, Jacobo Stuart y Fitz-James Falcó. Estas luchas
fueron favorecidas por la llegada al poder de la derecha en noviembre de 1933 y
retrasaron la adjudicación. En febrero de 1936, después de todas estas trabas,
los jornaleros ocuparon las fincas que les habían sido conferidas legalmente.
Durante las
semanas y meses posteriores al levantamiento militar y ocupación de Carmona, en
la localidad fueron fusiladas muchas personas, incluidas varias que habían
obtenido su trozo de tierra de la finca Las Arroyuelas. El exduque de Alba fue
enviado en noviembre de 1936 a Londres como representante personal de Franco, y
entre 1939 y 1942 desempeñó el cargo de embajador de la dictadura en Gran
Bretaña. Así que no es de extrañar que tras el final de la guerra civil la Casa
de Alba recuperara todas las propiedades incautadas durante la República,
regresando a esa espiral feudal y arrancando la tierra de las manos de sus
legítimos propietarios, los trabajadores.
Fuente: El
Nuevo Fígaro
No hay comentarios:
Publicar un comentario