NOS GOBIERNAN AUTÉNTICOS DEGENERADOS MORALES.
ES INSOPORTABLE...
PEDRO ANTONIO HONRUBIA HURTADO
La campaña que el PP y sus medios afines han montado contra la
enfermera infectada por el ébola en Madrid solo puede ser considerada como una
auténtica oda a la más abyecta degeneración moral. Se podría llegar a entender
que el gobierno, en su línea habitual, intente evadir responsabilidades
políticas, tratar de negar su culpa directa en lo acontecido y su nefasta
gestión de la crisis, pero convertir a la víctima en acusada supera todo lo moralmente
imaginable.
Hace mucho tiempo que sabíamos que la decencia, la honradez y la
ética no son, precisamente, los principales atributos que acompañan a los
dirigentes y cargos del PP. Más bien todo lo contrario. No obstante, esta vez
han sobrepasado todos los límites imaginables.
La campaña que el PP y sus medios afines han montado contra la
enfermera infectada por el ébola en Madrid solo puede ser considerada como una
auténtica oda a la más abyecta degeneración moral. Se podría llegar a entender
que el gobierno, en su línea habitual, intente evadir responsabilidades
políticas, tratar de negar su culpa directa en lo acontecido y su nefasta
gestión de la crisis, pero convertir a la víctima en acusada… en fin.
Se supone que un protocolo se establece con la finalidad de que
el personal que atiende a los infectados no se vea expuesto a riesgos que
puedan provocar un contagio. Si no es tal la finalidad, o si existe algún
margen de error que pueda provocar dicha situación, ¿de qué sirve el
protocolo?, ¿qué sentido tiene?
Decir que la enfermera pudo haberse contagiado por haber tocado
sus ojos con un guante, es lo mismo que reconocer que el protocolo de seguridad
era, en sí mismo, inadecuado y carente de sentido. Precisamente evitar que tal
hecho, el fallo humano, pudiera llegar a darse, debería ser la función
principal del protocolo.
Como explica Jota Echevarría, médico que lleva meses trabajando
en Sierra Leona en el tratamiento a pacientes infectados por el virus, más del
90% de los trabajadores de salud infectados, se infectaron por no seguir los
protocolos adecuados o por no llevar el traje adecuado, todos por fallo humano.
Es decir, por fallos en la aplicación del protocolo.
Es responsabilidad de las autoridades sanitarias aplicar el
protocolo de manera correcta y, por tanto, evitar que tales fallos puedan
llegar a producirse. En teoría, según explica este mismo profesional, dos
personas debían estar ejerciendo una labor de control sobre el personal
sanitario en el momento de que estas personas, después de haber trabajado con
el paciente, pasaran a la sala donde deben quitarse el traje de seguridad y
todos sus complementos. Una de estas personas guiaría, paso a paso, la retirada
del traje, mientras la otra aplicaría un spray desinfectante en cada paso. Se evitaría
así que la persona en cuestión pudiera tener cualquier tipo de descuido que
provocase el contagio de la enfermedad.
En el caso que nos ocupa nada de esto se realizó. Ni había
personas ejerciendo esa labor de control de forma directa ni se tomaron las
medidas oportunas para evitar que la enfermera, caso de que sea ese el motivo
del contagio, se tocara los ojos con el guante infectado. Es decir, de haberse
aplicado de forma correcta el protocolo no habría habido margen alguno para que
esta persona se hubiera llevado a sus ojos un guante infectado con el virus,
pues precisamente el protocolo debía estar diseñado para evitar que tal cosa
pudiera llegar a pasar. Ningún margen debía haber para que pudiera producirse
ese fallo humano, salvo mala aplicación del protocolo.
No es, pues, como ha sugerido el Consejero de Sanidad de la
Comunidad de Madrid, un fallo humano, responsabilidad de la enfermera
infectada, de lo que estaríamos hablando, es, sencillamente, un fallo en la
aplicación del protocolo, incluso, es posible, a la vista de la falta de
personal de control directo en la sala donde esta persona se quitó el traje de
seguridad con el que había estado trabajando, un fallo en el propio diseño del
protocolo establecido por Sanidad, y, por tanto, el contagio debe ser visto
como responsabilidad exclusiva de aquellas autoridades que deberían haber
asegurado la eficiencia de tal protocolo.
Si al final la efectividad de todo el protocolo debía depender
de que el personal sanitario que estaba trabajando con los pacientes infectados
no tuviera un descuido, un fallo humano, de este tipo, ¿qué sentido tenía el
protocolo?, ¿qué clase de protocolo era ese?
La única función que debía cumplir sí o sí el protocolo, es
decir, la de evitar dejar en manos de un “fallo humano” la posibilidad del
contagio, es justamente, a la vista está, la que no se ha cumplido. ¿Pero la
responsable es la enfermera infectada? ¡No se puede ser más indecente!
Si además se intenta sembrar sospechas sobre el comportamiento
de esta persona, dejando caer, como el que no quiere la cosa, que tal vez haya
estado mintiendo durante los días en los que estuvo en casa con fiebre,
haciendo responsable a la enfermera de posibles contagios derivados que hayan
podido darse (ojalá no los haya), la indecencia ya pasa a ser degeneración
moral absoluta. El gobierno se adelanta así a lo que pudiera venir y ya tiene
el culpable sobre la que hacer recaer la caza de brujas y el linchamiento
popular en caso de crisis mayor. Estos sinvergüenzas no dan puntada sin hilo.
Pero esta persona no es responsable de que el protocolo
permitiese que, pese a haber estado en contacto directo con un infectado,
pudiera estar en casa con fiebre e infectada con el virus sin que nadie hubiera
hecho nada por evitarlo. No sirve decir que ocultó a su médica de cabecera que
había estado trabajando con un infectado por el virus: desde el primer síntoma
debería haber sido puesta en observación y aislamiento. El mismo hecho de que
pasase por una consulta médica de esas características muestra la ineficiencia
e inseguridad del protocolo establecido.
Basta decir que la propia Comunidad de Madrid ha cambiado el
protocolo a este respecto también, una vez conocido el caso de Teresa. A partir
de este momento los casos sospechosos con décimas de fiebre serán considerados
de alto riesgo. Cualquier persona que haya estado en contacto con otra persona
infectada será puesta en observación y, de proceder, en aislamiento, desde el
primer momento en el que haya el menor indicio de que esa persona pudiera estar
infectada, aunque solo fuese una décima de fiebre por encima de lo normal. Un
reconocimiento explícito, como decimos, otro más, de que el protocolo
anteriormente establecido tenía graves deficiencias, incluso en los casos en
los que se hubiera aplicado sin fallos humanos de por medio.
Con este panorama, tratar de hacer recaer cualquier mínima
responsabilidad en la enfermera afectada, sembrar dudas sobre su comportamiento
o llevar a primera línea mediática cualquier mínima insinuación sobre la culpa
de esta persona en el fallo de los protocolos establecidos, solo puede ser
considerado, ya lo hemos dicho, como una auténtica oda a la degeneración moral
más absoluta. Justo lo que están haciendo el PP y sus medios afines. No lo
podemos permitir, no lo podemos tolerar. Nuestro apoyo a Teresa debe ser total,
así como debe serlo nuestro rechazo a quienes están tratando de criminalizarla
y ponerla en el centro del debate acusador.
En consecuencia, no deberíamos tampoco consentir, ni un segundo
más, que esta clase de gentuza sin escrúpulos, ni ética, ni dignidad, dirija el
destino de millones de personas. Este comportamiento no solo debería hacer
dimitir a la Ministra de sanidad, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de
Madrid y el director del hospital Carlos III, debería hacer caer al gobierno
entero.
Que hayan traído el ébola al estado español es, desde un punto
de vista político, muy grave, gravísimo, pero el comportamiento que están
teniendo con esta persona lo es todavía mucho más: es la palpable demostración de
que nos gobiernan unos auténticos degenerados morales.
La gente decente no nos merecemos esto. Teresa Romero no se
merece esto. La política no se merece esto. La decencia y la dignidad humana no
se merecen esto. Es insoportable. Cada día de más que esta gentuza siga en el
gobierno, será un día en el que este estado estará gobernado por auténticos y
orgullosos degenerados morales. No es nuevo, ya lo sabíamos. Pero esta vez ya
es demasiado. Demasiado. Basta ya. Nunca más.
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