EL OCTUBRE DEL GUERRILLERO HEROICO, DONDE EL
AMOR FUE UN GRITO ESCONDIDO
ESCRITO POR FRANCISCO GONZÁLEZ TEJERA
Luego todo
pasó tan rápido, te viste en El Gramma junto a Raúl, Fidel, Camilo y el resto
de compañeros, viajando hacia la selva de colores, hacia una revolución que ha
hecho estremecer los cimientos de la historia.
No imaginabas Ernesto, cuando cruzabas a nado aquella noche de
tu cumpleaños el río Amazonas, celebrando en esa fecha tan especial la
solidaridad con los desheredados de la tierra, avanzando lento y casi asfixiado
por tu asma hacia la leprosería de San Pablo.
No esperabas camarada que la crudeza de los años te llevará en
volandas en ese viaje convulso, repleto de años duros, necesidades, carencias,
alegrías inmensas, entre bombas y metralla, fusiles liberadores en la alborada
de las selvas que recorriste, que sentiste en lo más profundo de tu corazón
rebelde.
Luego todo pasó tan rápido, te viste en El Gramma junto a Raúl,
Fidel, Camilo y el resto de compañeros, viajando hacia la selva de colores,
hacia una revolución que ha hecho estremecer los cimientos de la historia.
Más tarde fue El Congo, Bolivia, la espera insaciable de los
años en la escuelita de La Higuera, donde te llevaron tras herirte y apresarte
en la Quebrada del Yuro el 8 de octubre de 1.967.
Esa noche te pusieron a tus compañeros muertos al lado, los
contemplaste y recordaste cada instante, algunos habían estado contigo en la
Sierra Maestra, pero ahora yacían en aquel humilde recinto educativo.
No dormiste, los miraste, viste sus caras serenas, pensaste en todo
lo que habías vivido, en las tremendas injusticias que observaste en tu inmenso
viaje por Latinoamérica junto tu amigo Alberto Granados, una odisea que forjo
tu conciencia y la hizo invencible.
Al amanecer del 9 de octubre entraron a matarte, no dudaste en
mirar a los ojos de tu asesino en el momento que te disparaba, aquel sicario de
la CIA, de ese imperialismo contra el que luchaste hasta el final, hasta la
victoria o la muerte, por los pueblos de la tierra, por su liberación armada y
amada en cada gesto de ternura eterna, amor revolucionario, ese que corta los
años en pedacitos para convertirlos en instantes de claridad.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/
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