El futuro de
la cultura
EDUARDO SANGUINETTI, FILOSOFO
Ayer, con las vanguardias
de investigadores, literatos y artistas, la cultura rioplatense se ordenó en su
totalidad según el paradigma de lo genuino, lo original y lo mítico cual
concepto fundacional de una Cultura, la nuestra.
Hoy,
repensar el ayer en Argentina y Uruguay significa entablar un diálogo con la
“falsa modestia”: sin problemas espectaculares, sin causas apasionantes, los
diversos sectores que conforman por decreto y bajo presión, la agenda de esa
¿cultura? parecen definitivamente arreglados, sumergidos en una fase de
indefinido y satisfecho estancamiento.
No
obstante, ahora bastan unos años para individualizar las características del
nuevo “sistema” que se ha venido soldando, esto es, demarcar la negligente
autocomplacencia de los recién llegados de espacios farandulescos, haciendo uso
de un calculado provecho comercial y capitalista de “maneras” y “manías” que
resultan “simpáticas”, de una desmesurada avidez de alabanzas sistemáticas de
los que conforman el espectáculo insano y mediocre de la degradada cultura del
Río de la Plata, que son réplica de las tendencias promocionadas desde el
imperio.
¿Con
qué finalidad? Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia
frente a cualquier manifestación original, en todas las expresiones que
conforman la cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico
idóneo que representa el “peligro” de una discusión seria al volver a poner en
juego algunos valores.
Una
irritada malevolencia de los mercaderes de la cultura, ajenos a todo lo que
desde el origen ha construido la historia de la cultura y el riesgo que implica
hacerlo. Mercaderes que bajo la máscara de fundaciones, ONG y demás artilugios,
saben hacer buenos dividendos en el degradado mundo de la cultura de nuestros
días, con la enorme hueste de mediocres operadores a sueldo, siempre al
servicio de la causa del lavado y de arrodillarse ante el altar del capital.
Mercaderes
de la subcultura que condena a la comunidad, con anuencia de la clase política,
a ser penetrados por productos biodegradables y a perderse en el juego de
alusiones y alejarse para siempre de la creación estimulada, propuesta por los
“talentos”, hoy exiliados del mundo de la cultura, quienes adelantan, bajo
cualquier forma, ideas, estímulos o propuestas de carácter artístico, aún no
comercializados.
El
núcleo sustancial y esencial de este “drama” es construir desde la educación
una cultura de excelencia, desde la universidad, los colegios públicos y
centros culturales, reflejados en un profesorado que garantice idoneidad,
capacidad y rigurosidad, ante la emergencia del instante, a un estudiantado
dinámico y con ánimos de sentar las bases de una política de autodeterminación
y emancipación cultural.
Una
política cultural que, conjuntamente con una política de salud para todo el
pueblo, son prioridades que no admiten discusión alguna y deberían ser la
primera acción de un gobierno socialista, nacional y popular, de modo de
proporcionar a los pueblos de Argentina y de Uruguay las armas intelectuales y
económicas para lograr su definitiva independencia. No se puede entrar en el
porvenir retrocediendo.
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