¿DIOS EXISTE?, LA PREGUNTA QUE PODRÍA
EXPLICARSE EN UNA FRASE
FRANCISCO J. CASTRO
La visita
de Stephen Hawking a Tenerife (Islas Canarias) alteró la quietud de la
sociedad, que tiene los pensamientos puestos, probablemente, en otros problemas;
problemas ajenos a la evolución del universo, y además de una manera
comprensible. No obstante, la figura de Hawking es atrayente porque, hay que
reconocerlo, es un científico brillante y excepcional. Aún así, el vocabulario
de Hawking ha provocado inquietud entre muchos oyentes, que no están
acostumbrados a ciertos términos, lo que también es comprensible, dado el cierre
de muchas librerías.
No vamos a
traer aquí datos biográficos de este gran científico, conocido por todos, pero
todo el mundo sabe que es ateo, cosa que debemos agradecerle. ¿Por qué se lo
debemos agradecer? Porque gracias a él tenemos la oportunidad de hablar y
debatir sobre el problema de Dios. De hecho, no se ha hablado de otra cosa en
las redes sociales y en los medios de comunicación. Gracias a Hawking, se ha
hablado de Dios en estos días. ¿Se acuerdan cuando Nietzsche anunció la muerte
de Dios? Ese anuncio provocó que se hablara de Dios constantemente a partir de
entonces.
Hay que
reconocer que Hawking es un ateo particular, porque habla de Dios
constantemente, y quizá su empeño en demostrar el origen del universo sin la
acción de Dios le acerca más a la idea del origen divino del espacio. Pero, en
este artículo no queremos convencer a nadie de la existencia de Dios, sino
plantear unos principios con palabras sencillas, que hasta que no se resuelvan,
entendemos, no se podrá determinar si el origen del universo se puede explicar
únicamente con razones científicas o siempre nos veremos obligados a mostrar
nuestra atención a la acción divina. No hace falta señalar que quien suscribe
cree en Dios.
¿Cuáles son
estos principios? La ciencia, de momento, lo que sabe con seguridad es que
todos los fenómenos de la naturaleza se producen por el principio de
causa-efecto. Y la pregunta que se hacen muchos científicos es si la
autogeneración puede tenerse en cuenta, si es una categoría hipotética, es
decir, una herramienta de trabajo científico. Nos encontramos con dos
posibilidades. Si la autogeneración es posible, tendríamos la posibilidad de
explicar el origen del universo con la mera razón. Si la autogeneración no es
posible y todo funciona desde el principio de causa-efecto tendríamos que
remitirnos a un origen del universo más allá de la mera razón humana.
El
principal problema de la ciencia es el movimiento, categoría que también es
problemática en la especulación filosófica. Es más, la ciencia empírica precisa
también de una filosofía. Tomás de Aquino, en su Metafísica, que surge de la
metafísica aristotélica, principalmente, nos aproxima a una solución. Todo lo
que se mueve es movido por otro. Efectivamente, Hawking habló en todo momento
del movimiento del fenómeno de los agujeros negros, pero no de su origen. Es un
reflejo que indica hasta dónde puede llegar la ciencia de hoy; puede llegar a
dar algunas explicaciones del movimiento de algunos fenómenos, pero no de cómo
se origina. Para Tomás de Aquino, si todo lo que se mueve es movido por otro
quiere decir que ha tenido que haber un primer motor inmóvil que ha generado el
universo, que para el gran filósofo y teólogo ha sido Dios.
Evidentemente,
la idea de Dios se escapa a la razón humana, como de momento ocurre con los
agujeros negros. Un teólogo me comentó en una ocasión que es más lo que no
sabemos de Dios que lo que conocemos de Él. Supongo que este teólogo no sería
capaz de llenar el auditorio de Tenerife, cosa que si ha hecho Hawking, y por
eso se lo agradecemos, porque habla constantemente de Dios y motiva la
reflexión.
Si este
teólogo tuviera la oportunidad de hablar en el auditorio haría el siguiente
planteamiento: el problema de Dios no es nada baladí. Es de una trascendencia
tal, que afecta a todos los ámbitos de la vida humana, y cuando hablamos de
todos los ámbitos, es de todos, de la economía, de las relaciones interpersonales,
del entendimiento de la vida y de la ciencia. Porque, hay una cosa que es
evidente, las personas que creen en Dios, o que dicen que creen, se plantean la
vida de una manera, y los que no creen se la plantean de otra. Este modo de
pensar afecta a todos los ámbitos de la vida. Stephen Hawking dice que es ateo,
pero tiene la necesidad de hablar constantemente de Dios, quizá para demostrar
que el universo puede funcionar sin Dios. Esto no lo decimos como algo
negativo, ni mucho menos, porque todo aquello que investiga este científico va
en beneficio de la humanidad. La existencia de Dios no implica que no sea
necesario conocer qué es el universo y cómo se desarrolla. El hombre, desde que
es hombre, tiene dos necesidades: conocer el universo y conocer a Dios.
De hecho, Hawking
habla de leyes de la naturaleza, lo que no niega nadie, y se pregunta: ¿Dios
deja que las leyes funcionen por sí mismas sin su intervención? Podríamos
contestar con el principio de libertad y libre albedrío, que no es motivo de este
artículo.
Sí habló
Hawking de otras categorías, como el determinismo e indeterminismo, que no
vamos a desarrollar ahora. Podríamos añadir en el debate la idea de azar o tal
vez la de contingencia. O tal vez, otra de las hipótesis de este científico, el
vacío cuántico. Todo ello alargaría mucho este escrito y solo pretendemos
lanzar estas ideas para que los lectores puedan reflexionar.
Pero, vamos
a terminar como empezamos: ¿La autogeneración es un fenómeno que puede existir
o todo funciona a partir del principio de causa-efecto? ¿El universo ha tenido
un origen “extra” o se ha autogenerado? ¿Cada fenómeno del universo que se
mueve no debería tener una fuerza inicial impulsora?
*Periodista
y especialista en ciencias teológicas
No hay comentarios:
Publicar un comentario