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jueves, 5 de junio de 2014

ESPAÑA, EN UNA PROFUNDA CRISIS



ESPAÑA, EN UNA PROFUNDA CRISIS

FRANCISCO J. CASTRO*

España sufre una profunda crisis, que no es la económica, aunque también. España sufre una crisis de identidad, de cultura, de moral e incluso geográfica, cosa que, por otra parte, no es nueva. La historia se repite. Esta crisis afecta a los demás ámbitos de la sociedad incluyendo el económico. España sufre una crisis en sus instituciones, en la política, y un problema generalizado de corrupción. Si una institución está en crisis significa que no cumple el objetivo para el que ha sido creada, es decir, la promoción del bien común.
Una vez más, se oculta una parte de la verdad. Cada cual cuenta en los medios de comunicación su versión sobre la realidad. Cuando se cuenta una parte de la realidad y se oculta la otra parte, esa verdad no es objetiva, no cumple el objetivo del bien común. La verdad parcial está orientada a generar corrientes de opinión y, al final, contribuye a la división.
El problema actual de España no es tanto su modelo de convivencia, sino la crisis de las instituciones que, repito, no cumplen las misiones para las que han sido creadas. La crisis cultural no es nada baladí. Las corrientes de opinión entre los ciudadanos no se generan con teorías políticas y económicas, que también, sino con “ofertas” culturales y sociales. Es en la cultura, en lo social, donde se libra gran parte de la batalla por el poder.
Por eso, para poder hacer frente a las informaciones que recibimos todos los días, para poder tener una actitud crítica y reflexiva, hay que leer, y mucho. Hay que conocer la historia de España, sus distintas épocas y las consecuencias de cada modelo político y de convivencia. La historia tiene que servir para no cometer los mismos errores del pasado, para aprender de los modelos que hemos tenido. Por desgracia, se están cometiendo ciertos errores, idénticos, a los de otras épocas. Incluso podría remontarme a la Edad Media.
Para poder hacer frente a las informaciones que recibimos todos los días, hay que mirar un poco más allá de la “impronta” de la información y hacer un ejercicio, como decimos en periodismo, de leer entre líneas.
Ante la quiebra de España, las instituciones parecen que miran hacia otro lado, como si el tiempo viniese a curarlo todo. Los partidos políticos deberían hacer una reflexión profunda, pero profunda, porque está mucho en juego. Insisto, no estamos ante un problema de modelo de convivencia, sino de debilidad institucional, una debilidad que es aprovechada para los movimientos de poder.
Recuerden, que es esencial: la batalla por el poder se libra en la cultura, es decir, en cambiar los hábitos de los ciudadanos, en cambiar la manera en que los ciudadanos enfocan su vida y la sociedad. No digo que los cambios culturales sean, necesariamente, negativos; deberían servir siempre al bien común. Lo que digo es que reflexionen y no se limiten a seguir modas. Que reflexionen sobre lo que de verdad les conviene, lo que conviene al común, y que no actúen de una manera superficial. ¿Qué conviene, de verdad, a empresas, a trabajadores, a familias, al futuro de nuestros hijos?
Hagamos una casa común, en libertad, en libertad de conciencia y de religión, porque España sí está en quiebra, no sólo económica.

*Periodista y profesor.

 

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