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viernes, 9 de mayo de 2014

WILLY GARCÍA: ¡MÁRCHATE!



WILLY GARCÍA: ¡MÁRCHATE!

JUAN HENRÍQUEZ

Aún recuerdo aquel artículo que salí en defensa de Willy García. Mientras los poderes fácticos y mediáticos le daban caña por todas partes, porque al parecer no estaba preparado, ni titulado, para el cargo de la Radio Televisión Canaria, un servidor, desde la ingenuidad, y por supuesto sin conocer el verdadero plumaje del personaje, salí cómo un camicace en su defensa. Por  supuesto que hoy me arrepiento de haberle defendido.

Willy García sabía el papel que se disponía a desarrollar en el ente público canario. Aceptó, empleando mafiosas artimañas, convertir la RTVC en el instrumento político y personal de Paulino Rivero, ni siquiera, ¡ojo!, de Coalición Canaria. Pero…, a cambio, hacerse dueño y señor de la RTVC, convirtiéndola en su cortijo particular, dónde su mano se notara en el ordeno, mando, compro, reparto y atesoro a mi antojo, así, por mis cojones; de lo que parece alardear con frecuencia.
Willy García pasó de un encantador de masas a través de la Cadena Ser, a pequeño dictador del medio público por excelencia de la radio televisión pública canaria. Allí se hizo dueño absoluto de la situación, hasta el punto de qué, salvo su “jefe”, Paulino Rivero, nadie tiene mando sobre él. Ni el Consejo de Administración de la RTVC, en el que se ha quedado solo a partir de que una sentencia notificara la ilegalidad del voto delegado del que disponía, de ahí las recientes dimisiones de Bermúdez y Brito.
El magnate se ha ido tejiendo una telaraña infranqueable e inaccesible. Primero se aprobó un seguro de responsabilidad civil para cubrirse las espaldas ante cualquier tramoya. A continuación se permite dirigirse con insinuaciones amenazantes y descalificaciones personales contra una diputada regional en sede parlamentaria. Toda una cadena de desmadres que culmina en un informe de la Audiencia de Cuentas que lo califica de un gestor irresponsable, incapaz y sin conciencia de la gestión del dinero público que maneja. Más claro imposible, Willy García: ¡márchate!
 

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