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sábado, 17 de mayo de 2014

LO QUE VALE UN PEINE



LO QUE VALE UN PEINE

Roberto Cabrera

Uno no sabe ya en este mundo globalizado que llaman, y en esta ciudad global rebautizada, si el concepto de barrio tiene cabida o ha sido liquidado definitivamente, pero Francisco Dorta Umpiérrez ese pionero promotor de espectáculos, sí que tenía muy claro que en los barrios de nuestras islas y de todo el mundo, se fabricaba una cultura popular variada y rica de donde bebían, beben, roban y absorben creatividad y originales propuestas, todas y cada una de las transnacionales de la música, la moda, la escena de ayer y de hoy.
            Se habla mucho en estos tiempos de transición y parece lógico que un relato nos acerque ese fenómeno tan publicitado como controvertido; que haga visibilizar cómo se enterró un espacio temporal antidemocrático en aras de un supuesto vendaval de libertades.

            No hay un camino de rosas en esta historia de “Vivencias de la música pop en Tenerife”, ni tampoco en los avatares del narrador,  pero sí un testimonio vital, además de una enseñanza crucial y esclarecedora.

            La prensa, las relaciones interpersonales, la ética, la estética, la política, todo ello converge en la narrativa que Dorta genera en la urbe. Y uno de esos momentos catárticos, me pareció encontrarlo en la página 86 y ulteriores, de este sorprendente libro, pleno de preguntas que al lector –si le apetece– corresponderá responder en esta narración de un género augural en las islas, el del espectáculo, el del camerino. No la narración histórica, no la de aventuras, ni la del western o la novela policial. Aunque en el texto se roce la autobiografía.

            Y ahora que los días son más largos, que están los stands y las haimas llenas de libros y de ferias, se nos abren los ojos, no precisamente de nostalgia, sino de emoción. Ese sentimiento que nos hace disparar todos los resortes vitalistas que guardamos o nos quedan.
            En verdad que destacaría de este personaje que nos lleva en volandas por su historia, el lenguaje vernacular que lo asiste, sus expresiones con tanto arraigo en nosotros, ese humor canario que nos une, según los sociólogos, al humor británico. Resulta irónico y hasta sarcástico cómo presenta de una forma cómica aquel estado policial, que gracias a su carisma conciliador conseguía burlar las altas barreras de la intolerancia.
            Francisco Dorta Umpiérrez se acercará a los músicos, les propondrá sus puntos de vista y se dispondrá a escuchar, eso: escuchar. Y aquellos, recordarán cómo les grabó su primera musicassete, cómo los colocó en sus iniciales conciertos, y cómo más tarde, cuando fueron populares y conocidos, cómo los apoyó llevando incluso a sus jóvenes pupilos a escuchar sus recitales y presentaciones, destacando siempre su calidez personal.
            En un apéndice de la obra destaca la aportación de algunos colegas del mundo musical que él ha querido que aporten su visión de este fenómeno artístico como contrapunto, como democrática dialéctica a sus minuciosos microrrelatos anteriores, para determinar de forma clara y contundente cómo el rock canario combatió y acalló la iracunda persistencia de aquel fascismo vertical

50 AÑOS EN CLAVE DE SOL

Por Francisco Dorta Umpiérrez –fragmento



Nace Rock & Film 77

Armonic’s Group y Teclados Fritos, ese era el cartel musical, en principio y ahora, si me preguntan cómo llegaron a este festival Samara, Pololo y Mauro, que me caiga un rayo si me acuerdo. De Grupo Salvaje, si, porque fue curioso que se acercaran al teatro Güimerá y me dijeran:

            – ¿Tú eres Paco Dorta?
            –Si
            –Oye, somos Grupo Salvaje ¿Podemos actuar?
            Les dije que si y actuaron. Y, ¡Dios! ¡Cómo me impactaron! Eran, sin duda, junto a Armonic’s group, lo más cercano a mi gusto. Ese blues negroide, a veces en plan jazzístico y otras improvisando, como los grandes grupos norteamericanos, a mi me pusieron en órbita; y eso que, cuando uno monta un festival tiene las pulsaciones a toda mecha. Y no es que Samara y Teclados Fritos me decepcionaran. No. ¡Válgame Dios! Sino que, sus ondas músico-teatrales, con ataúd incluído en Samara y pinta gay-power en Teclados Fritos; me hacían prestar máxima atención a lo estético, a lo coreográfico, y por ello, me perdía en lo musical. Que, sin duda, sonaba –en ambos grupos– a máquinas perfectamente engrasadas. Regalando vanguardia. Pero que, a mí, quizá por edad, siempre me han motivado más el rock & roll, el blues y el rock duro, que cualquier otro género roquero más avanzado (…)
Rock & Film 77 despierta tal interés en los jóvenes de toda Canarias que, desde Las Palmas me llaman –vía teléfono– para que organice eventos a imagen y semejanza del que efectué en el teatro Guimerá. Siendo Picholi –entre otras firmas comerciales más– la que me muestra buen interés para que me vaya a vivir a Las Palmas.
            Mas, en Tenerife, Rock & Film 77 ya tenía pactado un intenso recorrido por la isla (…) y otra sorpresa más…Cuando en el mes de marzo de 1977 quise celebrar el segundo Rock & Film 77 en el teatro Guimerá, desde el Ayuntamiento me lo negaron porque alegaban que el comportamiento de los jóvenes roqueros en el interior del teatro Guimerá había sido salvaje. Destructivo.
            Bien. Agaché el morro y salí del Ayuntamiento capitalino con rumbo a Don Carlos Ojeda Zamorano, administrador de la comunidad de propietarios de Plaza de Toros, con recomendación de mi padre –amigo de él– , para ver la posibilidad y precio de alquiler del coso taburino y éste a los cinco minutos de conversar con él me dijo:
–Al grano. El alquiler de la Plaza de Toros para tí es de 10.000 pesetas. Y yo alquilo la cantina. La luz se la tienes que contratar a Imes. Así como el escenario, limpieza, taquillero, porteros, y seguridad, todo corre de tu cuenta. Puedes usar la Plaza de Toros si no hay ningún acto contratado, el día anterior del festival. Y otra cosa. La duración de los festivales no puede pasar de la media noche.
        ¿Entendido? ¡Págame!

            En un periquete aflojé las 10.000 pesetas. Me hizo un comprobante y, ¡hala! ¡A tomar viento fresco!
            Lo firmado y pagado era para el día 26 de Marzo con el cartel siguiente:
Roundabout
Armonic’s Group
Teclados Fritos
Grupo Salvaje
            Entonces, suena el teléfono en mi casa y es la voz de Alberto Segura de Discos Manzana, que me dice:
            – Paco, como vas a montar en la Plaza de Toros un Rock & Film, ¿Podrías encajar al grupo Granada?
            – ¡Ños! ¡Eso ni se pregunta! De acuerdo.
            – Pues de acuerdo.
            Llega el día del festival y la Plaza de Toros no sólo se pone de bote en bote de público joven sino de policías antidisturbios dentro de la plaza, exhibiendo el armamento.
            Apagamos las luces y damos comienzo al festival. Actúan los grancanarios Roundabout como apertura del evento. Luego se dejan ver Armonic’s Group, siguiéndoles Teclados Fritos…Y los policías que siguen en sus puestos, rodeando el ruedo. Me imagino, por imaginar, que a alguno de aquellos policías el olor a marihuana le tendría colocado, porque nadie se escondía para fumarse un petardo. Y digo yo, a lo mejor, hasta algún otro policía le estaría gustando la música de los grupos que ya habían pasado por el escenario.  Además, nadie se pasaba. Nadie decía nada contra nadie. Por lo cual, cuando salió el penúltimo grupo a actuar: Grupo Salvaje, nadie podía pensar que aquello tomara otro rumbo. Sin embargo, al jefe de la policía destacada en la plaza de toros le dio porque las luces del ruedo estuvieran encendidas y a Roberto Cabrera –líder de Grupo Salvaje– eso le molestaba. Así que, entre el jefe de la policía y Roberto Cabrera casi me disparatan. Roberto Cabrera se alejaba del micrófono y me decía:
–Paco, apaga las luces.
Yo hacía una seña al de las luces y éste las apagaba.
Venía el jefe de la policía y me decía:
–Encienda las luces.
Roberto Cabrera:
–Apaga las luces.
El policía:
– Encienda las luces.
            Y a todo esto, Roberto Cabrera cantando – en mi opinión– la mejor canción de Rock Canario que yo haya escuchado “Tajaraste de la libertad”. Con frases en guanche, en las que Roberto Cabrera –en este festival– iba añadiendo, por ejemplo:
–Sigoñé, Paco apaga las luces...
–Awañak, Paco apaga las luces…
            Locura que cerré perdiéndome del escenario, para caer en el cuarto donde estaban los componentes del grupo Granada y no sé si fue peor el remedio que la enfermedad, porque la humareda blanca que les cubría, como aura sobre sus melenas casi me tumba. ¡Ah! ¿Y la policía? La policía como vino se fue. Con el armamento en la mano y, seguro que, con los pies hechos polvo. ¡Es que estar cuatro horas de pie, es mucho! ¡Y así lo habían soportado sin incidentes dignos de mención!
© Francisco Dorta Umpiérrez

50 años en clave de sol
Ed.Lágrimas y Rabia
COLECCIÓN: Los 80 pasan factura
Fotos: Grupo Salvaje teatro Guimerá.
@Nany Chinea. Archivo: el vigía editora
Pies de fotos Grupo Salvaje:
Roberto Cabrera, Servando Díaz, Jorge Manuel Abreu, Antonio Ariza y Ramón García Alonso
Kiosko Asunción: Roberto Cabrera y José Antonio “el gato” @archivo el vigía editora

 


1 comentario:

  1. Nos alegramos de que este texto haya tenido cabida en esta página de Morales, acerca de una etapa que marcó la cultura juvenil en Canarias. Saludos cordiales de @aulapress

    http://esquinaparadise.blogspot.com.es/2014/05/grupo-salvaje-en-el-teatro-guimera-lo.html

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