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miércoles, 26 de febrero de 2014

CANARIAS, VENEZUELA, BOLÍVAR Y EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA HISPANA



CANARIAS, VENEZUELA, BOLÍVAR Y EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA HISPANA
PERIODISMO HISTORICO S.L. U



1.-Antecedentes

A petición de su director Ánghel Morales y acorde con línea editora del medio periodístico que dirige, aportamos algunas investigaciones canario-americanas  que conservamos  en nuestros archivos, y siempre con la  pretendida objetividad académica de que hacemos gala.

Hace algunos años el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, con sede en la localidad del Puerto de la Cruz (Tenerife), desarrolló un ciclo de conferencias en torno a la pérdida de las colonias hispanas en América. Se abordaron los procesos emancipadores y las consecuencias para estas islas durante las tres primeras décadas del siglo XIX, desde ocho ponencias a cargo de otros tantos expertos que conformaron los actos de la XIV Semana de Historia de América, en la citada sede.

Según informaba el periódico canario El Día tinerfeño en aquellos momentos, las ponencias estaban a cargo de historiadores especialistas en nuestra América hispana, coordinados por el Catedrático Manuel de Paz que abrió el debate con la conferencia sobre “la masonería y la pérdida de las colonias”.

Los movimientos precursores de la Independencia lo fueron por la investigadora de la Universidad de Sevilla Maria Luisa Laviana. La referencia expresa a Canarias en el contexto del proceso corrió a cargo del profesor titular de Historia de América en nuestra universidad, Manuel Hernández González; mientras los inicios de aquella etapa, en Haití, lo fue por la Dra. González Ripio. La emigración canaria y su influencia en los hechos a cargo del profesor y periodista Julio Yanes Mesa, entre otros especialistas.

Los efectos emancipadores en las repúblicas hispanoamericanas desde los inicios del siglo XIX, causaron determinadas consecuencias para este Archipiélago, surgido como posesión hispana en colonización similar y contemporánea con aquellas, toda vez que su administración y relación socio-económico eran la misma, además complementarias. Se ha dicho que Canarias fue por mucho tiempo la puerta principal para acceder a América desde España. Tales efectos conformarán doble perspectiva: por un lado, los canarios en el Archipiélago y por otro a los canarios asentados en el continente americano, ambas consecuencia de la tradicional migración.

Para los isleños supuso un freno al proceso emigratorio al tiempo que temor a que la situación bélica se extendiera a Canarias. Para los residentes en tierra continental americana sufrirían los efectos derivados de la contienda y en consecuencia la postura que habrían de adoptar y el posicionamiento en una o la otra parte, incluso con ánimo de incorporar el territorio insular en el proceso.

Como se ha dicho, los movimientos emancipadores, al extender su guerra al ámbito oceánico, sembraron la intranquilidad en los puertos canarios mediante la presencia de corsarios insurgentes, entre 1810-1826, que se dejó sentir en el tráfico comercial marítimo interinsular y americano. Pero, además de la amenaza de los corsarios insurgentes en aguas canarias, se produjeron episodios de carácter ideológico, por medio de proclamas aisladas de rebelión al socaire de lo que tenía lugar en América. A ello se sumaban los rumores de invasión y conquista del Archipiélago por los próceres de la independencia y como más destacados el isleño Francisco de Miranda y el propio libertador Simón Bolívar, también con ascendientes en Canarias.

Bolívar, libertador de América, vinculado por ascendencia “isleña” llegó a considerar estas Islas Canarias como inmersas en el mismo proceso, y por esto, tal vez, diferenció a españoles peninsulares de los naturales con origen canario como expresa en la Proclama de Guerra a Muerte firmada en la localidad venezolana de Trujillo (Gran Colombia) el 15 de junio de 1813, cuyo párrafo final lo especifica claramente: “Españoles y canarios contad (sic) con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos contad con la vida, aun cuando seáis culpables”. En este documento, según expresa el medio digital El Guanche, cuyo objeto es precisamente deslindar el campo español del propio americano, el Libertador coloca a los canarios, por su situación geográfica y otros intereses, en una posición intermedia entre ambas posturas, y así los menciona con nombre distinto a los españoles o americanos. Consecuencia fue el caso de un manifiesto enviado a Canarias en 1817, por un emigrante isleño, en el que invitaba al Cabildo de La Laguna a sumarse a la rebelión contra la metrópoli española. Y en este mismo contexto, se encuadra, también, las actividades conspiradoras de Diego Barry en Inglaterra, con el objetivo de sublevar estas Islas. Así, el 11 de mayo de 1825, el Corregidor de Gran Canaria enviaba una comunicación reservada al Regente de la Audiencia en la que le informaba del convenio hecho en Colombia para dirigir sobre el Archipiélago una escuadra para apoderarse de alguna isla.

Posteriormente, a mediados de los años sesenta de la pasada centuria, y como consecuencia de la guerra hispano-chileno-peruana, surge nuevamente el fantasma de la amenaza ante una posible incursión de corsarios chileno-peruanos en 1866. Afortunadamente, esta amenaza quedó reducida simplemente a eso: a una amenaza. Este clima de permanente incertidumbre alcanzará su punto más álgido en 1898, pleno conflicto hispano-cubano, con la amenaza de invasión de las Islas por mandato del presidente de los Estados Unidos, Mac Kinley, abortada por la diplomacia española y por los intereses británicos en el Archipiélago.

2.- El “isleño”y su postura en el proceso emancipador

Los naturales de Canarias afincados en el Continente, desempeñaron un papel destacado tanto en los movimientos emancipadores latinoamericanos como en la configuración sociopolítica de las nuevas repúblicas a lo largo del siglo XIX. Así un sector minoritario de emigrantes canarios vinculados a las actividades comerciales jugó un papel destacado en la independencia venezolana, como las familias de los Orea, Key y Muñoz, Soublette, Eduardo o Cabrera Carbonier entre otras. Descendientes de canarios ocuparon cargos revelantes en la administración venezolana, como es el caso de los primeros presidentes de la República, José Antonio Páez, José María Vargas y Carlos Soublette. Mientras que la gran mayoría de los isleños pertenecientes a los sectores más humildes de la sociedad contribuyeron desde diferentes actividades productivas por el país de acogida. Asimismo, los isleños participaron, también, en las filas realistas, como es el caso, entre muchos, de Domingo de Monteverde, Francisco Tomás Morales, etc. En Cuba, también, los isleños contribuyeron de forma decidida, formando parte tanto del ejército libertador como en el ejército colonial español y participando en la vida cultural e intelectual, económica y social.

3.- Emigración canaria e influencia en la emancipación

La emancipación de las colonias americanas, entre 1811-1830, significó, por un lado, un corte del flujo migratorio hacía las repúblicas americanas y, por otro, una desviación de la corriente migratoria hacia Cuba y en menor medida a Puerto Rico; gran parte de la misma se realizó de forma clandestina hasta bien avanzada la centuria.

Ha de quedar claro que desde mediados del siglo XVIII y como consecuencia de la crisis vinícola que afectó la economía isleña, se produce el fuerte incremento en la emigración canario-americana que tendrá su máximo exponente a partir del Decreto de Libre Comercio de 1778. La emigración pasó a ser una mercancía más complementaria a manufacturas extranjeras.

A partir de aquí se permitirá el intercambio, sin trabas aduaneras, entre los puertos canarios con los más importantes puertos americanos, incluida La Habana.

Si bien favoreció la libertad para emigrar, no fue tanto para el intercambio comercial. Controlado e institucionalizado como monopolio, impedía la costumbre enraizada de la vulneración normativa de las disposiciones de la Casa de la Contratación, que era llevada a cabo por los armadores canarios en la ruta americana, actuando al margen de los cánones que imponía la Corona en su especial monopolio comercial en que no era ajeno el contrabando, en todas las derrotas seguidas.

La independencia de la mayoría de las colonias de España en América tuvo gran repercusión para nuestras islas, pues existían fuertes lazos en el orden económico, social o emigratorio. Pero también afectó las islas el ideario de los insurgentes, pues durante la etapa de emancipación y posteriormente, las islas se vieron cercadas, con cierta frecuencia, por corsarios venidos de las recién independizadas repúblicas hispanoamericanas. Esta presencia, de la que no es ajena la connivencia de algunos grupos de las propias islas identificados con la idea emancipadora, también para Canarias, generó entre algunos estamentos de la sociedad isleña cierto clima de inestabilidad y preocupación, que durará hasta bien entrado el siglo XIX.

Y nuevamente es motivo de preocupación al final de la guerra cubano-hispano-americana en 1898. En 1817 se intentó propiciar en estas Islas un movimiento subversivo, paralelo al de América, llevado a cabo por Agustín Peraza Bethencourt desde Santo Tomás (Antillas) y del que se hizo eco en Ayuntamiento de La Laguna. Desde 1825 existió el rumor de la existencia de un convenio firmado en Colombia consistente en atacar o apoderarse militarmente de alguna de las Islas Canarias y de hecho se llevaron a cabo algunos intentos, siempre desmantelados por la burguesía.

La emancipación de América disminuyó coyunturalmente el flujo migratorio hacia las posesiones continentales, pero, en contrapartida, la canalizó con más intensidad y más fuerte decisión hacia Cuba y otras islas del Caribe, que permanecían sujetas a la Corona de España. En principio como se ha dicho fue semi clandestina hasta el año 1853. A partir de este año, por los gobernadores en Canarias se concedía total libertad de emigración, consecuencia de la Ley de Puertos Francos, antes citada, que constituyó una de las medidas más favorables para el desarrollo comercial exterior en estas Islas. Tras la decadencia de otro producto comercial canario de exportación como fue la cochinilla, por la aparición de productos químicos colorantes, surgió otra nueva crisis y consiguiente caída del mercado laboral isleño que alcanzó, esta vez, a peones y pequeños cosecheros.



4.- Venezuela y presencia isleña antes y tras la independencia

La emigración de los canarios a Venezuela, hasta prácticamente ayer, tuvo lugar con creciente ritmo entre los años de 1670 y 1810, año éste en que tiene lugar el comienzo del proceso independentista como quiebra del dominio español en aquel país (consecuencia de la política napoleónica en Europa a la que España y sus posesiones quedaban sujetas). Este proceso migratorio continuará de forma constante a lo largo de todo el siglo XIX y XX, por ser la necesaria válvula de escape para canarios, y motivo de las frecuentes crisis económicas, casi siempre agrícolas por sequías, plagas, a más de otros factores competitivos. En consecuencia los canarios han de emigrar con preferencia a Cuba, y a Venezuela para etapas más recientes.

Factor preponderante para esta emigración que fue esporádica y reducida en el primer siglo colonial español (en mayoría forzada, para poblar aquellos amplios territorios en especial tras la ocupación de Jamaica por los ingleses, más que voluntaria propiamente dicha), fue debido a la crisis vinícola por pérdida de mercados tradicionales que motivó la secesión de Portugal y sus colonias del entonces imperio español.

El profesor de la Universidad de La Laguna de Tenerife (Canarias) España, Manuel Hernández González que es autor de una magnífica edición al respecto: “Los Canarios en la Venezuela colonial (1670-1810), Taller de Historia, CCPC, 1999, nos ilustra de forma global sobre esta presencia canaria en Venezuela hasta los prolegómenos revolucionarios e independentistas.

 Entre los siglos XVII y XVIII fue grande la contribución de los referidos “isleños”, como así son conocidos en aquella nación americana, en la expansión y consolidación de la economía y sociedad venezolanas. Llegaron con la perspectiva de convertirse en cultivadores de autoconsumo, mercaderes o hacendados de grandes extensiones de cacao, café o ganaderas. Los oficios y la mercadería (pulperos, bodegueros, arrieros, mercaderes, zapateros, carpinteros, herreros, albañiles, pintores) eran ejercidos por canarios ya que eran considerados ocupaciones innobles para peninsulares y mantuanos. Los privilegios estaban reservados a los blancos peninsulares (oficiales de la corona), los mantuanos criollos y a un reducido número de canarios hacendados, conducta poco inteligente ésta, cuyas consecuencias en todo momento, han sido crear un peligroso grupo de agraviados y disconformes que actuarán como quintacolumnistas en los procesos revolucionarios.

Tras los sucesos de 1810 se crea la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII que defiende el poder real. El 19 de abril un golpe de mano depone al Capitán General don Vicente Emparán. El Cabildo caraqueño queda en manos de la oligarquía criolla y su política responde a los intereses de su clase: peninsulares, mantuanos y canarios ricos. Estos intereses eran: libertad de comercio, proscripción de la trata de blancos (no así la esclavitud) y el de restringir el derecho al voto sólo a los grandes propietarios. En un principio los canarios toman partido por el nuevo orden, ya que eran completamente hostiles al poder político y al control monopolista del comercio por parte de los representantes de la Corona hispana. Sin embargo, la posición social de relegados y los intereses económicos de la gran masa de humildes canarios se enfrentaba tanto a la oligarquía criolla como a los comerciantes peninsulares (vascos en su mayoría), a través de la Compañía de Caracas de nefasto recuerdo para aquellos. Por ello, los canarios de nivel social inferior se unen a las fuerzas contrarrevolucionarias, pero los ricos y poderosos continuaron fieles a la Primera República. El 5 de julio de 1811 se firma el Acta de la Independencia de Venezuela. Entre el mes de julio de 1811 y comienzos de 1812 se producen varias sublevaciones de canarios contra el Gobierno de la Primera República; la mayoría de estos isleños desafectos son pasados por las armas y otros sufren severas prisiones.

Entonces surge la ofensiva realista dirigida por un capitán de navío canario llamado Domingo Monteverde y Rivas, natural de San Cristóbal de La Laguna de Tenerife, si bien mantuvo una actitud favorable a los intereses de la Monarquía hispana en todo momento. El grueso de sus fuerzas contrarrevolucionarias estaban integradas por canarios, pardos esclavos libres. Partió desde Coro y reconquistó fácilmente el territorio en manos de los republicanos obligando a que el Generalísimo Francisco de Miranda, también de ascendencia canaria, firmara la capitulación y más tarde detenido y preso en La Carraca (Cádiz). Conquistado el poder, la primera medida de Monteverde es nombrar como asesores a una serie de paisanos, en su mayoría resentidos y con ansias de revancha hacia los poderosos mantuanos y ricos peninsulares. Algunos, como el eminente médico Antonio Gómez, hijo del ilustrado granadino José Antonio Gómez y de una canaria de Las Palmas de Gran Canaria, apoyó en principio a la Primera República, pero luego, defraudado y con una incontenible sed de venganza, fue el mayor instigador de la represión que ejerció el gobierno de Monteverde en un año terrible (1812), conocido en la historia de Venezuela como "la dominación canaria", según apunta el investigador de estos temas Javier Díaz Sicilia. Cometieron toda clase de desafueros con los patriotas, sus familias y propiedades. Para la época, Caracas se convertiría en el centro económico y político de la provincia…

Mas, la relación venezolana-isleña, permanece: La Candelaria fue el barrio periférico caraqueño en el que preferentemente se fueron asentando los isleños desde el último tercio del siglo XVII. Allí edificaron la ermita que le da nombre, más tarde convertida en parroquia y en símbolo de todos lo que significa “isleño” o canario que aún perdura hoy en día.

Venezuela y Canarias (al igual que Cuba) se hallan unidas por vínculos históricos indisolubles que alcanzan un alto grado en la presencia ancestral en muchos venezolanos de hoy que deben su origen genético a aquellos “isleños” inmigrantes que ocuparon amplios y despoblados espacios de este territorio y contribuyeron grandemente a la creación de la sociedad y patria venezolanas.

A modo de premisa actual: La llamada “globalización” impide cualquier proceso segregacionista en cualquier lugar del mundo, como ya se ha dicho

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Periodismo Histórico S.L. Canarias-España
 

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