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jueves, 9 de enero de 2014

PEPE MUJICA, UNA PIEDRA FUNDACIONAL”

“PEPE MUJICA, UNA PIEDRA FUNDACIONAL”

EDUARDO SANGUINETTI

 “Entiendo por ‘respeto’ el sentimiento de la libertad de los otros, de la dignidad de los otros, la aceptación sin ilusiones, pero también sin la menor agresión o la menor hostilidad y desdén de un ser tal como es”.

Este intento de definir el respeto, plasmado en mi ensayo Alter Ego (1984, Ediciones Corregidor), lo tomo y asimilo, en rodeo comparativo, en referencia a lo que propuse hace un par de años, en una columna editorial del 21 de junio de 2012, publicada en este medio plural: “El Nobel de la Paz para Pepe Mujica”.

Los trascendidos en las redes sociales y medios capitalistas, que controlan la información cual agoreros y deprimentes militantes de lo falaz, afirman que he renunciado a proponerlo al Nobel de la Paz, a lo que debo responder, haciendo uso de mi derecho a réplica y en agradecimiento a los miles de personas, centros de estudio y agrupaciones humanistas, que se sumaron en todo el mundo a mi propuesta, lanzada desde la soledad, que jamás he renunciado a nominarlo a José Mujica a dicho premio.

Dejo en claro que a pesar de no asistirme, hoy, algunas convicciones, acerca de la gestión de gobierno del Presidente, persisto, pues no puedo negar el significante y significado en proyección planetaria que reviste la figura e imagen de José Mujica, innegable referente, cual símbolo de paz y armonía, en relación a los vínculos entre los pueblos y en la construcción del ser.

Lo que me motiva a persistir en esta nominación no radica en lo que Mujica dice, sino desde dónde lo dice, esto es, en pleno ejercicio en sus funciones, como primer mandatario de la República Oriental del Uruguay.

En José Mujica se reúnen las coordenadas del individuo que goza y sufre en el espacio de lo privado, del individuo que participa con su discurso, en la esfera pública y el individuo que ejerce el poder como presidente de una nación, con toda la implicancia que esto tiene en cuanto a las históricas y perennes intrigas del poder y sus tramas.

La multiplicidad de acontecimientos que se sucedieron, cual explosión repentina en los últimos días del año 2013, me hicieron plantear, con cierto idealismo vocacional, que se impone aquí-ahora-ya lograr el prodigio de intentar asimilarnos a convivir en estado de una justicia transparente en acto, con estilo, conocimiento y educación, algo insustituible para el hombre, que sea merecedor de una existencia plena en armonía, acorde a las exigencias de este tiempo, que ha transformado radicalmente las convenciones del pasado.

Nada se compara con el encanto de un hombre que no esconde ninguna de sus ideas y puede expresarlas sin la menor necesidad de ofensa sino con espontaneidad y naturalidad sumas. En algunos pasajes de su acción de gobierno, los actos de José Mujica se niegan a servir a sus palabras, o se les escapan temibles a lo que no saben decir de otro modo. Como si ellas se sintieran más jueces o participantes, en lo que las presiones de oscuros empresarios, operando desde las sombras, anulan lo que pudo haber sido una acción de gobierno anticipada, en un discurso de paz e igualdad.

Sin ser complaciente, pero tampoco ingenuo, pienso en las particularidades de José Mujica, haciendo hincapié en su discurso plenamente humanista y en su convicción de que el hombre debe vivir plenamente, dejando de lado las prácticas que el capitalismo impone.

Lo manifestado hace de José “Pepe” Mujica, en tanto presidente del Uruguay, un símbolo innovador, cual vanguardia de lo porvenir en la construcción de un mundo para todos: una piedra fundacional.

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