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martes, 21 de enero de 2014

PASIÓN POR LA VIDA

PASIÓN POR LA VIDA

EDUARDO SANGUINETTI
Hoy día, la ideología simulada, travestida en dogma de ninguna creencia, solo niega y denigra a los que afirman su ‘pasión de vivir’ en este mundo y permanecer en este tiempo, tan difuso. Se eleva a categoría de deidad y ni siquiera se discute lo vano y fútil, lo degradante y engañoso, lo perverso y pervertido, en fin, los excrementos de lo que se pensaba superado, hoy más vigentes que nunca.

Un orden monótono y totalizante, instaurado por una lógica indigente a la mirada de la cual todo se iguala.

El ejemplo concreto lo tenemos en impresos panfletos laminados y cuanto medio de comunicar el espectáculo insano, pornográfico en acto, donde se instala el paraíso prostibulario de pedófilos, taxi boys, pseudo-actores y actrices de nuevo cuño, macroempresarios con impunidad asegurada por el poder, botineras mostrando sus crías, jugadores del deporte de los pueblos loboctomizados –el fútbol–posando con la modelo recién sacada del horno, calentita para el juego del sexo con banderita, chupándole entre otras cosas el salario y el sudor, locutores devenidos en escritores de marquesinas de cadena de librerías ‘patisserie’, modelos entradas en años luciendo su nueva cara, esculpida por cirujano de matadero y de ese modo se acomoda el ajedrez, ya sin piezas, contrarreloj que marca el tiempo por venir… con todo un pueblo aplaudiendo la puesta en escena.

Se trata de un razonamiento a destiempo, pues está ya en acto la ejecución sumaria del ‘hombre natural’, llevada a cabo por la más mordaz e invisible de las academias, que deslegitima cualquier ensayo de entendimiento en nombre de la igualdad, sosteniendo sin razonamiento ni fundamento alguno la acción de ‘asesinar’ el pensamiento y su devenir histórico, en el sentir del hombre acribillado por el recuerdo de mejores tiempos, que ‘medita con huellas’, silencio y temor, el pasado abolido cuando creía formar parte del ‘gran juego’ del mundo que diverge.

“Todo es relativo excepto la relatividad” o como lo resumía un jurista: “Antes para robar un banco, había que atracarlo; hoy basta con fundarlo”. Antes para eliminar una revolución, había que disolverla; hoy basta con promocionarla. Es el gran tema hoy, con la tecnología de vanguardia en acto, pero manipulada por singulares expertos que establecen fórmulas apocalípticas para relativizar lo relativo vuelto absoluto, ejecutando un golpe constitutivo de discontinuidad a la luz de siglos que observan. En este contexto, ‘las filosofías débiles’, ‘el proyecto dolce’, ‘el producto light’, ‘la vida soft’ o la geometría blanda, son meros síntomas, meros testimonios de la situación planteada ante esta nueva realidad, más que ensayos de solución personal.

Un inicio para la senda de un vagabundo del tercer milenio, que dice ¡Sí! acompañando la sensación de tener de alguna manera razón en resistir a toda la trampa del lenguaje que inhibe, incluso los comentarios que imponen la violencia de un metarrelato, demasiado consustanciado con este tiempo caótico, pero con rumbo seguro a un giro inesperado donde se ‘medite con huellas’. Todo se disfraza de contradicción, confunde en quien toma la palabra con impaciencia y cierto fanatismo por llegar a ser en impulso retroactivo ‘moscas de la diligencia’ que degradan todo al servicio de las tendencias ultraliberales, asimiladas a las prácticas atroces de prostituir a un pueblo, drogarlo y anestesiarlo.

La dialéctica disuelve, destruye, virtualiza y relativiza la palabra y la opinión, juega en el discurso en nombre del diálogo.

Como el enigma del oráculo, el metalenguaje en este milenio de las grandes muertes colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y a la mesura sino a la locura y la agonía, en la que se debate una humanidad que asesina ideas e ideales y a los hombres y mujeres, ‘homo phenomenon’, ‘homo diversus’, ‘homo responsabilus’, ‘homo philosophicus’, que conforman al hombre que se autodetermina por y para sí, sin la rigidez del límite ni la urgencia de una ruptura. El hombre que tal vez, puede hacernos vivir una historia consagrada en naturalidad y espontaneidad en un lazo común fundacional.

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