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martes, 12 de noviembre de 2013

UN CAMINO CON MUCHOS ATAJOS, POR POR SANTIAGO GIL

 UN CAMINO CON MUCHOS
 ATAJOS
SI HUBIERAS ESTADO AQUÍ ES UN LIBRO EN EL
 QUE UNO SE DESCUBRE SUBRAYANDO MUCHAS VECES 
SUS PROPIAS FRASES

POR SANTIAGO GIL
La vida solo se puede contar desde muchos puntos de vista.  Pase lo que pase siempre habrá alguien que vea con otros ojos lo que miramos, y que esos ojos, o esa conciencia, no concluyan lo mismo que nosotros. Una novela también es una vida que requiere muchos puntos de vista. Cecilia Domínguez Luis sabía de antemano que no podía escribir una historia como la que ha escrito sin esa panoplia de miradas y de palabras. Si hubieras estado aquí es un camino que se recorre por muchos atajos. Incluso regresamos muchas veces al lugar de partida tratando de entender qué fue lo que pasó una noche para que cambiara la vida de todos los que se van contando.
Aparecen Marta, María, Tono, Carlos o Manuel, cada uno con una forma distinta de ver las mismas cosas, perfectamente caracterizados a través de sus pensamientos, sus miedos o sus obsesiones. Y además se van contando en blogs, en diarios, en notas de un cuaderno o en esos soliloquios que realmente saben de nosotros mucho más de lo que luego terminamos contando.
No hay nada que no sea grandioso para quien sabe narrarlo. Por la novela discurre una noche que no termina nunca, ni siquiera cuando cerramos el libro, porque las noches, como los finales, no terminan en ninguna parte. Escribir es saber contar. Parece fácil; pero no todo el mundo logra que nos detengamos en una historia. Hace falta emoción, o ese pálpito que los italianos llaman maniera, los gitanos duende y los sesudos críticos voz propia. Hay que saber emboscarse detrás de cada personaje sin llegar nunca a atosigarle porque no somos siempre los mismos en ninguna parte. Realmente no somos nunca nadie, y quizá por eso nos escribimos una y otra vez como si fuéramos un personaje, para entendernos, para salvarnos, y también para quedarnos donde sabemos que solo somos sombras que pasamos más o menos fugaces según la intensidad con la que amemos.
A  veces también huimos sin necesidad de marcharnos. Los personajes de la novela de Cecilia Domínguez también huyen todo el rato hacia ninguna parte, cada uno a su manera, buscando coartadas o cambiando de ciudad o de casa. Y nosotros nos vamos yendo con cada uno de ellos, porque en el fondo también leemos para escaparnos persiguiendo la quimera de cualquier personaje que nos deje ser eternos durante un rato.
Si hubieras estado aquí es un libro en el que uno se descubre subrayando muchas veces sus propias frases. Se parece a cualquiera de nosotros aunque no tengamos nada que ver con esa noche ni con los sentimientos que va deshaciendo poco a poco la biografía de todos sus personajes. Todos estuvimos alguna vez en todas partes. Cuando lees no haces más que recordar lo que otros también cuentan para no desorientarse. Y te salvas, como sucede en esta prodigiosa novela, cuando descubres que los argumentos son siempre interminable


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