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martes, 15 de octubre de 2013

LA BUENA SALUD

LA BUENA SALUD
Eduardo Sanguinetti,

 Filósofo Rioplatense
Nelson Castro

 “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. Krishnamurti.

“Esto es una mala noticia para el gobierno”, opinó el futurólogo Nelson Castro, uno de los mandarines de los monopólicos medios denominados de comunicación de la Argentina, quienes dibujan la realidad a su antojo, al referirse al estado de salud de la presidenta de todos/as los/las argentinos/as, Cristina Fernández.

Las inocultables repugnancias reprimidas de este conductor le impidieron manifestar que es una “mala noticia” que afecta a toda la nación.

Agregando otra predicción de este conductor contratado, dijo refiriéndose nuevamente al estado de salud de la presidenta: “Es importante que su salud emocional sea perfecta”, sumado a un comentario de una pequeña burguesa, en redes sociales, en sintonía con los denominados comunicadores rentados de medios de las corporaciones económico mediáticas: “…no le deseo el mal a nadie, pero ella debe pagar todo lo que nos ha hecho…”.

Me pregunto, entonces, a qué salud emocional se refieren Nelson y demás detractores del gobierno nacional, pues creo que lo que en este país jamás se tuvo en cuenta es el estado mental de su pueblo, de sus funcionarios, de todos/as los macroempresarios liberales que conforman la fauna de la paleo y neoburguesía argentina; aquellos que jamás han entrado, ni entrarán en la historia de este país, demasiado preocupados por las tendencias mundanas y del dinero fácil que supieron recibir a cambio de vender hasta sus crías.

Hoy, en estado de pánico simulado, la oposición esclerótica está ¿preocupada? por la salud mental de Cristina Fernández; todo un espectáculo infecto de psicópatas, alcahuetes y prostitutas. Curiosamente en disonancia, caen todas las máscaras de las existencias de estos cristianos con lo manifestado por el papa Francisco, el otro día en Asís, cuando de manera rotunda proclamó: “La Iglesia debe despojarse de un peligro gravísimo, el de la mundanidad, el de la frivolidad, el de la vanidad, el de la prepotencia, el del orgullo, el del dinero”. No deja de resultar irónico que un agnóstico a ultranza, como lo soy yo, recuerde estas palabras tan plenas de significado y sentido, instalándolas en este paisaje insano de mercadeo y mercachifles.

Cristina Fernández sin dudas establece con su palabra y acción lanzadas con una espontaneidad y capacidad oratoria muy difícil de encontrar hoy en mandatarios del mundo la íntima relación dialéctica de un movimiento nacional que ella, sin lugar a dudas, inaugura en una Argentina con cambios bruscos de rumbos políticos y su peculiar ingratitud hacia quien, como Cristina Fernández, asienta el concepto de soberanía, sin dejar margen de dudas, que quien gobierna en Argentina es esta presidenta, elegida por un 54% de la población.


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