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lunes, 15 de julio de 2013

Alegoría del hoy

Alegoría del hoy

Eduardo Sanguinetti

Debemos negarnos a ser engañados y declararlo sin vueltas, a quienes intentan asimilarnos a los ritos de la “economía de mercado”, hoy plenamente vigente, en un mundo homogeneizado por la ideología neoliberal.

Revelar la impostura y rechazar la complicidad de gobiernos simuladores y falaces en su tarea eficaz de distorsionar nuestra realidad, construida por la potente maquinaria ultramediática en abierta y publicitada complicidad con las corporaciones económicas, que no admiten otra lógica que la de la ganancia privada.

Un situación muy extraña y trágica, la de creer vivir en una democracia, maltratada y apenas presente, sobre la cual rige una dictadura sin dictador que ha caído como una red sobre todos. Se ha impuesto una tendencia de la ganancia sin otro objetivo que la omnipotencia del poder financiero ilimitado, que no aspira a tomar el poder sino a dominar a quienes lo ejercen: gobiernos disfuncionales de cualquier nación del mundo, hoy, gobernando sin autonomía y libertad para accionar según sus principios fundacionales. Estos aún toman decisiones, conservan la gestión de administración de sus estados, pero en función y bajo la férula del terrorismo financiero.

El mundo ya no vive en el seno de políticas diferentes, solo epidérmicamente en los magros discursos de campaña, donde las promesas de un cambio que saben jamás tendrá sitio, no serán aplicadas, mientras la dictadura de la “economía de mercado” mande sobre el planeta. Quien se niegue a aceptarlo como modelo único de sociedad, como definición misma de la democracia, será sentenciado y ejecutado como un peligroso terrorista.

El totalitarismo de una ideología única, instalado en las naciones de esta tierra, disimulado detrás de la tan mentada y aplicada “globalización”, no deja sitio a un contrapoder. Sin necesidad de conspirar, todo el espectro de políticos mendaces y cómplices, se asimiló a esta realidad nutrida de la ganancia privada y sus imposiciones. De manera sistemática, se redujeron hasta desaparecer los espacios de los disidentes, los que no admitimos esta dictadura de la “economía de mercado”, los que cuestionamos al sistema y nos permitimos recordar que existen otros modos de relación en la instancia de “vivir nuestra vida” dando sitio a la solidaridad, la fraternidad y a la voluntad del pueblo y sus necesidades más urgentes; creo no hace falta enumerarlas, pero de todos modos lo haré: vivienda, educación, salud, alimento y trabajo digno y muy bien remunerado…como el de los funcionarios políticos, tan generosos en sus dádivas a ellos mismos.

A los privilegiados les parece normal que los hambreados, desocupados, indigentes, sin techo y con salud precaria, sigan viviendo expuestos a privaciones elementales e insostenibles por tiempo indeterminado, que sigan sufriendo padecimientos y privaciones impuestos por este sistema coercitivo, explotador y chantajista.

Y para finalizar, se impone una pregunta: ¿Cuántos ciudadanos, considerados honorables y bondadosos, de todos los tiempos y regiones, han aceptado la legitimidad del horror y terror ejercido por dictadores de toda especie y color, bajo el amparo de la libre y santa contradicción?


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