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domingo, 19 de mayo de 2013

SÍMBOLOS DE UN PRESENTE ABOLIDO



SÍMBOLOS DE UN PRESENTE ABOLIDO

Eduardo Sanguinetti
 Filósofo Rioplatense
Los políticos temen que el reconocimiento público de la realidad pueda provocar pánico en la comunidad. ¿Desconocen que son miles los que tienen plena conciencia de la impertinente realidad que transitan con dignidad? El pánico no tiene espacio, sino la indignación y el hartazgo.

El estado de resistencia tiene hoy su espacio de poder y se manifiesta con una potencia de voluntad que impresiona, en hombres y mujeres de todos los ambientes y edades; seres muy informados, estudiosos y muy al tanto de los problemas que devienen de las administraciones corruptas y fraudulentas de los estados que habitamos, que se sienten al margen del acontecer de la vida política de este espacio y tiempo.

En todo el mundo se vive y se soporta el mismo sistema, manipulado por el mismo régimen tácito. La ideología ultraliberal ha sentado sus reales y pareciera que estamos muy lejos de poder erradicarla, generando los mismas situaciones de extrema gravedad en los más necesitados, los que han quedado fuera del sistema, sobre todo y con mayor aspereza, en los países más pobres.

Lo he experimentado y visto en muchos debates, en los más diversos países y disculpen la autorreferencia, pero en este caso la considero válida, en cuanto al contacto “in situ” de lo que intento transmitir, acerca de la unicidad en conciencia del carácter político, de la dominación ultraliberal colonizante del mundo, que causa degradación y estragos, demasiado visibles en las naciones esclavizadas bajo el yugo del consumo y el sometimiento a las más variadas tendencias de supervivencia.

Las promesas redundantes de los políticos, empleados del poder de las macro-empresas, intentan (y en verdad llegan a lograrlo) desviar la atención de los pueblos en los temas estructurales a resolver y que es norma aplazarlos en nombre de las ganancias bursátiles, que generan riquezas y fortunas cimentadas en el hambre, la sanidad deplorable y la educación ausente, de pueblos en estado de indigencia y debajo del nivel de pobreza absoluta.

Un sistema tan deficiente podría dar pruebas de solidaridad legítima a los abandonados al borde del camino, que se debaten con las promesas vagas de los funcionarios de turno, de gobiernos disfuncionales que se replican a lo largo de sus miserables existencias, llevadas como una carga, sin autoestima, incapaces de valerse por sí mismos. Un sistema que a falta de poder remediar los problemas de los indigentes, por ineficiencia, carencia de escrúpulos, ausencia de sensibilidad o simplemente por la existencia de pactos con el Gran Poder, que los inhibe de cumplir las promesas lanzadas en campañas electorales, en las que precisaban el voto de estos millones de seres dejados al borde de la ruta, traicionan, estafan y no ponen reparos en falsificar la realidad, en un orden subyacente que origina una mutación legitimada, sin tiempo para el duelo de una civilización a punto de terminar. Hasta las nuevas generaciones viven del recuerdo de comportamientos y criterios superados, la mayoría de los cuales se remontan a dos siglos atrás, hoy convertidos en símbolos de un presente abolido.

Pero es una verdad que cada uno, hoy, se siente convencido de una opinión etérea y sin destino, en la soledad de la economía de sus propias convicciones, sin recursos y soportando un malentendido demasiado evidente que da marco a una propaganda colosal y simulada, que deja al desnudo la fragilidad atroz del individuo que se niega a ser engañado, se rebela a la impostura y rechaza la complicidad con las prácticas y artimañas del sistema ultraliberal, que anestesia para mejor convencer, cubre con paciencia y persistencia el espacio mental de la comunidad con una propaganda permanente, desenfrenada, cual prácticas seculares jamás alcanzadas en ningún régimen totalitario de la historia de la humanidad.

1 comentario:

  1. Impecable e implacable. Todo lo que leo de este pensador es acertado a mi entender y más que importante tomarlo en cuenta. No es optimista, pero me llena de optimismo saber que alguien se expresa como él lo hace. No entiendo nada, pues estoy realmente hasta la coronilla de los tímidos que escriben y se quejan, pero no dicen nada de nada de lo que sucede. Si escribiera, lo haría como Sanguinetti. Muchos Saludos.

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