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viernes, 10 de mayo de 2013

DESILUSIONADO, por Juan Henríquez


DESILUSIONADO

Juan Henríquez
La frase era de Largo Caballero: “A los trabajadores hay que decirles la verdad, aunque les duela”. Tengo infinidad de razones para pensar que la clase trabajadora está acojonada, o por el contrario, no quiere aceptar una incuestionable realidad: nos han despojado de las armas que nos permitían defendernos de la voracidad empresarial. Hemos quedado al desnudo gracias a una reforma laboral que otorga el poder unilateral de las condiciones económicas, laborales y sociales, a una insaciable patronal.
Entendí  a José Luis Sampedro cuándo hablaba del miedo de los trabajadores a no secundar una huelga general, bien por presiones mediáticas y empresariales, bien por amenazas de despido, incluso por no arriesgarse a perder dinero. Todas esas circunstancias puede, aunque a mi no me sirvan de excusa, para jugar el papel del esquirol, ¡ahora!, y lanzo la pregunta: ¿Qué presiones o miedos impedían a los trabajadores/as acudir en un día festivo a las manifestaciones convocadas el pasado miércoles, 1º de Mayo? Se los diré, y sin miramientos.
Ustedes, a los que se les llena la boca hablando de lo mal que estamos, que presumen de una izquierda progresista, todo el puto día quejándose de los recortes, lamentándose de la corrupción política, del deterioro democrático, del despilfarro institucional, del paro, la miseria y el hambre  que estamos sufriendo;  ¡usted!, sí, no mires  para el otro lado, que te estoy señalando, preferiste irte a la playa, al monte de chuletada, al Parque García Sanabria, o, simplemente, no tenías ganas de salir de casa. Pues…¡mal hecho, compañera/o!, tenías un serio deber que cumplir: dar la cara acudiendo a la manifestación para defender tus derechos. Y te diré más, no cumpliste con tu deber porque no te dio la gana.
 Y diré algo muy importante a los sindicatos canarios que hablan de una posible huelga general:  sí  la participación en las manifestaciones del 1º de Mayo es la referencia,  mejor no convocarla. ¿Saben cómo me siento?: ¡desilusionado!





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