Graciliana Montelongo
Amador.
Un año nuevo comienza y a duras penas la gente puede
hacer frente a este momento que nos han obligado a vivir. La crisis no es solo
material. Nos enfrentamos a una crisis de valores, que por desgracia, no se
arregla ni con todo el dinero del mundo. Y esto, sí, es un problema. Porque
dentro de unos años los niños serán los adultos que gobernarán. Serán los adultos que administrarán nuestras vidas, sus vidas. ¿Con qué ejemplo
de los que han recibido se quedarán? Si
nos paramos a pensar, muchos optarán por la manera más fácil: La de ser unos sinvergüenzas, ladrones y egoístas. Y los otros (esperemos que sean más) los que opten
por amar la tierra, por amar al hombre, por
amar la libertad. Estos serán
personas con una sabiduría superior, donde el enriquecerse a costa de los más
débiles, no entrará en su proyecto de vida. Aunque no lo creamos, todavía
estamos a tiempo de cambiar las cosas. En nosotros mismos, está ahora, la
solución. Cada uno que actúe en conciencia. Mientras, seguimos aguantando el dolor, seguimos gobernados por:
Hombres de
hierro que no escuchan la voz.
Hombres de hierro que no escuchan el grito.
Hombres de
hierro que no escuchan el llanto.
Así lo cantó
hace exactamente 40 años
y lo sigue entonando Raúl Alberto
Antonio Gieco. Cantautor
argentino, más conocido como León Gieco. En el año 1973 lanza esta canción protesta,
debido a la situación amarga, que atravesaba su país en esos momentos.
Una situación que atravesamos nosotros ahora, en nuestro país, en nuestra
tierra canaria. En la canción también se
pide a los muchachos que suelten sus pensamientos al viento, que ellos
son la esperanza y la voz que vendrá…
Esperemos, con esperanza, en que nuestros jóvenes, sepan entender.
Que sepan separar en su momento, la paja, del trigo. Que sepan, lo que
en realidad, hace al hombre más feliz.
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