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lunes, 15 de octubre de 2012

"Sumisión y anestesia"


"Sumisión y anestesia"


Eduardo Sanguinetti
Filósofo


Los años transcurridos hasta hoy, desde el comienzo de este milenio, donde la ficción se apropia de la historia, son determinantes en cambios a repetición e insistencia, que operaron una mutación, en la conducta y conformación del hombre de este tiempo.

Sumado a la culminación del “erratismo iniciático”, en que se da por finalizado el accidentalismo político y la imputación nefasta de los poderes, deviniendo un totalitarismo totalizante, que expurgó la culpa y el fatalismo, dando por terminando con el balbuceo y abriendo “todo” el espacio, a un “Nuevo Paradigma” de nuestro ser y estar. No olvidemos hoy más que nunca que “el mundo es miserable para quienes proyectan su propia miseria”.


Es bien conocido, el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las cosas, sobre todo en el escenario, en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”, que pasó a ser una situación carente de importancia, ya que es poco probable reconocerse en la misma como actor, uno se convirtió en espectador del drama esencial de este milenio, que presenta la apertura de un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el mundo, o piensan actuar sobre él.

Abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los funcionarios políticos corporacionistas, que manipulan sobre la geografía de este planeta, psicópatas demagogos y descerebrados que destilan viejos discursos, reciclados de odio, de racismo o de xenofobia, ante la mirada mansa de una comunidad de naciones, que asiste mansamente a su exterminio.

En mis enunciados, desde hace décadas, hago notoria y patente la resistencia a una cultura “mercantilizada”, o de “buenos sentimientos”, que deviene en una concatenación de ensayos lastimeros y pornográficos, construidos por militantes deprimidos, de la “new age”, que dieron lugar a un fast food teórico, rápidamente consumido y aceptado por la anestesiada humanidad sin norte aparente. Enunciados, los míos, que sistemáticamente son censurados y rechazados por los cobardes agoreros del síntoma, mercenarios rentados del lenguaje, que operan como tamiz del saber en general, sobre todo sobre las ciencias sociales y humanas, modificando el estatuto de su relación con lo real.

Enunciados que resisten a lo que se comprende de inmediato, sin ser digerido, resistir igualmente al prurito de las opiniones y destrucción de trayectorias, desde las redes sociales que operan desde Internet, como cuadros de los servicios, con orden de eliminar de inmediato toda crítica, dicentimiento o simplemente quien pretenda poner en juego algunos “valores” perimidos, elevados a categoría de sacros, en el nuevo templo de una religión resbaladiza, donde la verdad es sacrificada en nombre del entendimiento y de la aldea global.

Queda claro entonces, que lo real y la verdad, hoy, persisten solo en el lenguaje, la escritura y el nomadismo obligado, de quienes resisitimos a transitar en una realidad gelatinosa y ficcionalizada, sin aparente posibilidad de cambio en el futuro inmediato.

Ayer dominaba el dogmatismo de la lucha de clases, hoy las simuladas gesticulaciones humanitarias, carnales y sexuales, que con ¿certeza? eliminaron la fractura social, o aliviaron el “repentino e insoportable malestar del mundo”… No hay nada mas tedioso que las sucesivas y siempre perentorias “opiniones”, con que nos abruman los artículos periodísticos escritos en los medios conservadores del poder, por ex presidentes con vocación de oradores fantoches, como un uruguayo adulado por la burguesía argentina, conocidos opinólogos “amateurs”, presentes en cuanto programa de tv este en al aire y demás fauna farandulezca, con apariencia de intelectuales de monta.

Opiniones rápidamente retomadas, en intentos de libros-ensayos, especulativamente mal facturados y sin futuro, como aquellos que precisamente la prensa gráfica y televisiva, no cesa de alabar con la pretensión de que representan el pensamiento de este milenio. El lenguaje, se utiliza como elemento masturbatorio, desde los medios denominados de comunicación y en las redes sociales, cubriendo y actuando como guardia pretoriana, de todos los incluidos en este patético mundo de los “Ricos y famosos”, frase acuñada en era menemista, donde los don nadie, sentaron reales en el universo de la prostitución y la impunidad, a cualquier precio.

Pobre milenio, en que la palabra intelectual, puede designar cualquier cosa, es decir, casi nada. Pobre milenio el que ha tomado como modelo de análisis lo que han hecho de él ciertos periodistas apresurados, “sin objetividad ni subjetividad”. Una especie de veletas, invadidos por opiniones etéreas y siempre en búsqueda de una opinión pública estable y general.

Sin ser gran visionario, se puede predecir que el desprestigio que recae tan claramente sobre la clase política, se volcará en estos próximos tiempos sobre esta Inteligentsia, que ya no respeta la venerable paciencia del pensamiento.

Y he aquí, el momento culminante, en el que debo advertir “la sumisión de lo evidente”. Sumisión, que deviene en un pensamiento aristocrático, al que no le interesa mucho influir en las masas estupidizadas, ansiosas, hipnotizadas y prostituidas, ante toda la basura no biodegradable, que actuan en las redes sociales y la tv, y que hacen nido en un inconsciente, que posiblemente dispare quien sabe para qué sitio, en un instante y por siempre, cocinando un porvenir sin huellas, ahistoricamente, como el poder político lo imaginó y efectivizó.

Muchedumbres consumistas de nociones simples, rápidamente adquiridas en las tiendas de accesorios y que el “pensamiento aristocrático”, rechaza, atento a los matices y abierto a considerar complicaciones y bucear en las respuestas a tiempo, para que el proceso de destrucción se detenga. Este accionar aristocrático suscita la ira de la tiranía democrática que nos gobierna, o el odio de sus fieles seguidores, a quienes les fastidia el saber, se encoleriza y mata… asesinos de la libertad y de sus defensores.

La democracia, no es una sociedad de consenso. Es una sociedad en la que cada uno tiene el derecho de expresarse desde sí mismo, por sí mismo y a elegir, acorde a sus inclinaciones y capacidades. Cada uno es el realizador de sí mismo, y punto.




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