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domingo, 21 de octubre de 2012

AVANCE, por José Rivero Vivas


AVANCE

José Rivero Vivas



            Puestos a computar la serie de escritos a lo largo de la trayectoria del autor, hoy comprometido en su plática, hemos de entender que no es cuestión de escribir menos o más, bien o mejor; conviene, en realidad, abordar el tema acorde con la época y aplicarle el desarrollo en boga. Todo lo que no sea oportunidad, en uno y otro sentido, es errar su órbita para hallarse al margen de la demanda ciudadana, constreñida en este punto a la lectura. Quien no se adapte a esta norma, puede dar por seguro su fracaso, su privación de laurel y su olvido, envuelto indefectiblemente en el silencio que genera en torno.

 No valen, pues, esfuerzos ni logros, intentos, ensayos ni experimentación. Se ha de ir con el momento, que suele estar marcado por eventos propios de las naciones señeras, cuya moción creativa viene dada por las directrices suscitadas por vía de la nomenclatura que enlista las grandes fortunas, inclinados sus miembros a resaltar aquellos trabajos que de alguna forma disfrazan su procedimiento social, su ingreso a través de la esclavitud -hoy disimulada tras los dedos en signo evocador de la palabra freedom- y su código de conducta, rígido para los más y para sí versátil, cuando no etéreo por maleable, en su adaptación a los tiempos imperantes, de cuya tendencia se sienten partícipes en cómodo agasajo.
           Es acontecer extraordinario en un etapa de abuso y malas artes, relativo a la atención de la justicia, escasamente equilibrada en este mundo lleno de ilusos, como aquellos que creyeron en el cambio realizado, considerado transición paradigmática; al cabo se llegó a comprender la nueva estrategia del mando, asesorado por agentes foráneos, estimando que en este país habría tanto dócil individuo como allende sus fronteras. De aquí que llamen civismo a la silente aceptación de la actitud percudida, cuya grave consecuencia convierte el suceso en crimen de lesa concordia en situación esporádica.
            Vistas las cosas como aparecen en el panorama general, el actor no se siente atraído por su oferta, ni proclive tampoco a solventar el dato escondido en la comedia interpretada, lo cual le impide abrir brecha entre la muchedumbre que forma cola para subir a la tribuna y actuar, cada uno en nombre de sí mismo, con objeto de afianzar su aureola de óptimo creador. En su particular avance, en cuanto figura estelar anacrónica, se opone al jefe de la troupe y se desentiende de quien ponga pie en la lucha desatada, aunque sean muchos los que buscan adelantar por la senda accesoria, tratando de absorber con su mirada la orilla, el resquicio, la hendija por donde introducir su producción, hasta ahora inédita, de todos desconocida, aunque alguno manifieste su preponderancia en el tremor de los ayes afligidos, los dejos quejumbrosos y los lamentos pusilánimes. Este anonimato permite paso acomodaticio a los tipos relevantes, muchos instalados sobre una peana falsa, ambiguo resultado de practicar lo más usual en el seno de los que supuestamente abrigan entusiasmo para acoger esta clase de autor, en su desfile de exhibición, cuando su rival arremete contra las instituciones, sus dirigentes y aquellos artistas que defienden el mecenazgo portentoso, destinado a gente privilegiada, que siempre obtiene subvención, apoyo y calor para su persona y su obra, exigua o monumental.
No es así en la mayoría de los casos, razón por la cual son pocos los que van a mostrar su contradicción, por carecer de motivo moral, además de su desconfianza al método de adhesión y cuanta espesura entraña en su extenso movimiento oficial. En la actualidad, con las dificultades económicas en peculiar estado, se conducen como aves rapaces, piando incesantes en su descubierta del indefenso cervatillo, que yace al pie del árbol deshojado.
           Contrario al uso presente, la página abierta de este autor es un bloc de papel cuadriculado, sin apenas sustancia, cual estipula su precio irrisorio. Como instrumento práctico utiliza la pluma, que destila más tinta y el trazo aparece grueso, lo que le facilita más tarde la lectura de las notas escritas, para ser en su día modificadas, siguiendo estructura y medida propias del texto que hayan de integrar. Respecto de su contenido, lo aconsejable, en asuntos delicados, es dejar de pensar de modo que la autoridad pueda sentirse ofendida, por directa o indirecta referencia a la clase por sí elevada, merced a la abundancia de riqueza, nacida de la penuria y el estrangulamiento de tanta pobreza persiguiendo externo alivio a su causa.
Pese a la dificultad extrema, padecida por reto impulsivo, volverá consciente a exponer por escrito su pensamiento acerca del diario acontecer, revelador de la desesperanza de tantos seres a la deriva, sometidos al rigor establecido por el poder reinante, conforme la voluntad del magnate que lo dispone. Otros autores, en cambio, mostrarán excedida lisonja, por cuya razón, los componentes del jurado, a imperativo del prócer, concederán premio al consumado creador, calificado de eximio por su leal y firme consagración en su apología del Estado.                
El autor relegado ha de reconocer que no le tocó destacar en el rango de los elegidos. Alguien poderoso empuñó su batuta y lo señaló como no ungido por dedos de la suerte; queda, por tanto, desposeído de gloria, la cual es perspicazmente reservada para los minúsculos dioses de este efímero episodio. Sumido, sin embargo, en la cruda adversidad, asume, en la prosecución austera de su cometido, estar dotado de capacidad para crear una obra, no reconocida en su naturaleza, por lo que habrá de esperar a que, en lo futuro, irrumpa en su esencial espacio el ser preclaro que capte su enjundia y decida expandir su enseña, que permanece todavía ajena a ecuánime aprobación y aplauso. Para entonces no estará ya en activo y poco habrá de afectarle su pompa en el mercado. Los valores son los de hoy; mañana, huelga el alza. Claro es que, la continuidad creativa no viene dada por el triunfo, que en más de uno se ha visto inexplicablemente interrumpido el curso de su proceso. Imbuido, no obstante, de optimismo, piensa: quién sabe si, en torno a la hoguera, cuecen nuevas esperanzas.
José Rivero Vivas
San Andrés, octubre de 2012
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