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martes, 3 de julio de 2012

LÍMITE , Por Jose Rivero Vivas


LÍMITE
Por Jose Rivero Vivas
     
G21.-
            Lo escrito, a partir de 2000, es genuina pertenencia del siglo XXI, cumpla 10 años su autor o cumpla 100. Considero por consiguiente desacertado retrotraer su producción a una fecha establecida en un período anterior. La actividad literaria, por fortuna, no es en absoluto similar a la deportiva, cuyo final suele ser marcado por la capacidad física del protagonista. 
Yo, que me he pasado la vida, aun en silencio, reivindicando causas perdidas, creo que el autor, con previa fecha de nacimiento, debe asimismo aparecer entre aquellos que están a caballo entre una y otra centuria. Circunscribir, por tanto, la acción de la escritura a un marco sucinto, entraña el riesgo, para el G21 en este caso, de discriminar, y aun anular, obras nacidas en la misma época, con igual o mayor reflejo sustancial que muchas de las seleccionadas por edad del creador.
Claro es que, este es un proyecto ideado por el editor Ánghel Morales García, autor él mismo de muchos libros, por lo que es doblemente meritoria su labor y entusiasmo en publicar y ponderar la escritura de otros autores, en un campo en el que prima ufanarse de su propio quehacer en detrimento del fruto de los demás.
Esta es, sin embargo, misión que compete a otros, mejor situados tal vez para comentar y emitir la valoración concerniente a la creatividad de este país, que es la que hace historia real de su cultura. Ponerse al servicio de lo foráneo, por supuesto, enriquece; pero no incrementa el acervo nacional. En el fútbol se aprecia con nítido albor.
Así, con cuanta objeción pueda sugerirse respecto de Ánghel Morales García y su G21, hemos de reconocer su ardor y valentía en promover unos deseos de participación que va sembrando por doquier, en la promesa efectiva de publicación, lo que le honra y enaltece. Ahora bien, escribir en consecución de un objetivo determinado llega a ser estimulante para cierto tipo de autor, que ve de este modo colmada su aspiración, en el hecho de integrar un movimiento que en esencia se anuncia histórico. Puede este aspecto ser asimismo castrante para distinto individuo, cuyo dictamen es escribir por escribir, como necesidad perentoria que lo lleva a manifestar su proceso interno. De aquí que la propuesta lo deje fuera de lugar, y hasta atarazado, para lograr su personal consecuencia en la diversidad argumental de su dimensión literaria.
A pesar de cuanto escollo se ve precisado a sortear, el proyecto sigue adelante y progresivamente se materializa, por lo que hemos de felicitar a su promotor y su cuerpo de colaboradores.
 MERODEADORES DE ORILLA.-
            El profesor Damián Hernández Estévez, en su análisis de la narración presentada, nos dijo que María Teresa de Vega, su autriz, erige excelente literatura, para apoyar lo cual destacó varios pasajes de Merodeadores de orilla, de los cuales leyó algunos fragmentos, que por su estilo vino a emparentarlos con el ORLANDO de Virginia Woolf, hecho constatado en su versión original inglesa, así como en la versión española de Jorge Luis Borges.
            El saber literatura corresponde a los profesores de esta disciplina, -práctica de María Teresa de Vega-, que hoy por hoy son quienes más escriben, junto con los profesionales de la comunicación. En su momento fueron quienes, por su conocimiento literario, comentaban los volúmenes publicados; en el presente, en cambio, cuentan ellos con sus propios textos, en espera de que algún colega se digne dedicarles un párrafo referente a su forma y contenido.
            La literatura es suma de vocablos, dispuestos de modo que su ritmo y son transporten al mundo que cada palabra, dentro de su contexto, sugiere, insinúa y evoca, sin necesidad de invento ni descripción ni brutal ruptura del idioma, que en su estructura suele ser más dilatado y versátil que cuanto en imaginación ejerce quien intenta servirse de él para obtener su óptima expresión.
            Se entiende, además, que cada narración guarda en arcano su intrínseca entidad, lo que le proporciona cierto halo de misterio ante el lector. De modo que, cualquier confidencia, por parte del autor, tendente a revelar alguna clave susceptible de desvelar su secreto, no deja de ser concesión al editor, al medio, al crítico y el mercado. De aquí que la explicación acerca de la playa ancestral, provechosa para algunos, resulte inadecuada para el lector imaginativo, que busca configurar su idea de los lugares no especificados por la pluma de quien escribe.
En la actualidad, el comentario docto sobre la producción de quien recién arriba, no es auspiciado por quienes obtuvieron calificación académica que los autoriza para exteriorizar las características del discurso emprendido por el autor cuya obra merece disección en su revisión exhaustiva. Ello, porque su esfuerzo se ve quizá mejor retribuido, en premios y emolumentos, cuando va dirigido a poner de relieve aquellas obras sancionadas por la ponencia de eximios intelectuales a través de la Historia.
            Por eso es de agradecer que, sin temor al páramo respectivo, de algunos habitual, haya personas que perseveren en su compromiso de publicación y difusión de la obra excluida del panorama cultural, lo que es sin duda una garantía para cuantos escriben al margen de reconocimiento oficial.
José Rivero Vivas
San Andrés, junio de 2012
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