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lunes, 4 de junio de 2012

"UNA BURGUESÍA DOLARIZADA"por Eduardo Sanguinetti



"UNA BURGUESÍA DOLARIZADA"
Eduardo Sanguinetti, Filósofo y Poeta rioplatense




El sonido de las cacerolas como símbolo de protesta ciudadana volvió a
algunos barrios porteños. Los vecinos de Belgrano, Palermo y Barrio
Norte se manifestaron timidamente, en contra de la corrupción y la
inseguridad. En diálogo con el canal TN, los vecinos indicaron, que
también protestaban por las medidas adoptadas por el Gobierno para
regular la compra de divisas extranjeras.

La manifestación abarcaba esquinas como Santa Fe y Scalabrini Ortiz;
Callao y Santa Fe; Libertad y Avenida del Libertador, y Peña y Coronel
Díaz, lugares en su mayoría que ya fueron epicentro de protestas
similares durante 2008, en pleno auge del conflicto entre el Gobierno
y el campo, que ya se instaló nuevamente por la trascendente decisión
de la legislatura del gobierno de la Provincia de Buenos Aires de
revaluar los establecimientos rurales.

La repercusión del reclamo también llegó a localidades bonaerenses
como Vicente López, Olivos y San Isidro. "Estamos cansados de la
inseguridad, de que nos mientan. Si la Justicia no funciona, no
funciona el país", aseguró quejosa y presumida, una elegante mujer, en
diálogo con el canal TN. Todo lo acontecido tuvo espacio en las zonas
más ricas y burguesas de Buenos Aires, 'las orilleras', como Jorge
Luis Borges solía decir.

Evidentemente las medidas nacionales y populares, tomadas de manera
acertada, por la presidenta Cristina Fernández, que están conformando
una nueva República, provocan miedo y resentimiento en la burguesía
capitalista, gorila y servil, que teme por su patrimonio y su posición
de privilegio, siempre a favor de la desintegración y fragmentación de
la nación y a favor de sus domésticas y epidérmicas y mezquinas
necesidades.

La posibilidad de otra Argentina, a esta banda de burgueses
intolerantes, ante esta realidad que consiste en la cristalización de
un país para todos, los hace entrar en crisis histéricas y psicóticas,
que harán multiplicar sus sesiones de terapia.

La historia de la Argentina es un "teatro paradojal", un escenario
donde los sujetos - marionetas que proliferan, tenaces en el escenario
de la historia - cambian el disfraz para invertir los lugares y
posiciones en el baile de las máscaras. Tal el caso de estos vecinos,
ya no ciudadanos, que se autoexcluyen del devenir y de la existencia
de toda una comunidad, anteponiendo sus miserables traiciones, a las
necesidades y elección de todo un pueblo, en este caso el argentino,
que en mayoría y sin lugar al más mínimo análisis, apoya la gestión de
gobierno de su presidenta.

Estos hijos bastardos de una oligarquía, autofundada, por necesidad y
encargo, en nuestra historia, por quienes la escribieron, esclavos y
fieles a las políticas liberales de Europa, representadas por los
medios monopólicos como La Nación y Clarín, que conformaron la imágen
de una Argentina ficcionalizada, fragmentada, siempre en debate
circular entre utopías, traiciones, y silencios, pretenden seguir en
su eterno sitial de honor, cumplimentando fuera de espacio y tiempo
sus psicopatías de conciencias fracturadas y vidas frustradas.

Visitantes de nuestra historia, cual turistas y extranjeros, esta
burguesía mercantil, 'penetrados su cuerpos', por ese juego sádico de
dominio y servidumbre, de relaciones móviles que malograron toda
posibilidad de cambio, anteponiendo sus mezquindades y artificios,
animadas de contradicciones fundamentales y repugnancias reprimidas,
como cualquier mayoría sin minoría - pero sin dialéctica, contestación
u oposición, sin fermentos, inmóvil, con sus falsos problemas, le han
robado a lo largo de nuestra historia, la vida a nuestro pueblo,
hambreado y condenado durante décadas a una existencia miserable.

Esta burguesía ávida, con su habitual y calculado aprovechamiento de
especulación y mercantilización de la moneda, principio y fin de sus
existencias degradantes, lanzan hoy discursos de libertad y justicia,
mintiendo descaradamente que sus comportamientos son guiados por el
temor a la inseguridad y corrupción, cuando en definitiva, solo el
interés que los guia para su arcaica protesta,  es el control que el
gobierno nacional impuso sobre la compra de divisa extranjera, medida
por demás necesaria y patriótica, como lo es la nacionalización de YPF
o el reclamo por la soberanía de nuestras Islas Malvinas.

Ha llegado la hora de un real y profundo cambio, para no repetir la
historia que me han contado y jamás ha sido, para conformar luego de
las horas y los días una nación soberana.

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