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sábado, 30 de junio de 2012

MAESTROS DE LA NOVELA NEGRA


MAESTROS DE LA NOVELA NEGRA

La novela policiaca de quiosco ocupó toda una época de la cultura popular, principalmente entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX. Para quien desee comprender la sensibilidad de esos años y las preferencias del imaginario colectivo, es imprescindible reivsar algo de lo mucho que se publicó en esas décadas.

En esta antología se han reunido dieciséis títulos representativos de los miles publicados, con la idea de abarcar las diversas tendencias y generaciones de autores que fueron muy populares y mantuvieron la afición de millones de lectores. No están todos los que fueron, pero sí son algunos de los más estimados y que perduran en el imaginario colectivo. De su calidad y atractivo literario hablan sus textos y así lo podrán comprobar quienes vuelvan a leerlos (Nota de Akal editores) como el título El 13-13 número de la muerte de Peter Debry ( uno de los seudónimos del dandy de la novela negra Pedro Víctor Debrigode Duggi, decimos nosotros, de quien nuestra Editora El Vigía sacó a la luz sus Guiones Argumentales, con éxito insospechado.

El hombre de la Acción

La recuperación crítica de la obra narrativa de Pedro Víctor Debrigode Duggi, nietzcheano creador de héroes y antihéroes como Audax, con la reciente publicación del volumen homenaje a la Literatura Popular en España, hace posible que salgan a la luz los materiales más reveladores de este autor de novela de género (entre los que se encuentran los hallazgos críticos del letrado astur Luis Manuel del Valle) y que descuella entre los mejores de Europa; cuyos relatos vendían muchas veces más de los seis millones de ejemplares en sus ediciones alemanas.
En el marco del Aula de Periodismo del Instituto de Santa Cruz de Tenerife “Andrés Bello”, se prepara de inmediato un especial dedicado a la obra del olvidado maestro, contando para dicha empresa con el testimonio cercano de su hija, Victoria Debrigode, jefa del departamento de Literatura del citado centro; alentando desde este momento el restablecimiento de su figura para el Santa Cruz progresista y creativo que todos deseamos y el impulso a la publicación de sus mejores novelas.



A partir de este momento,  se puede concluir sin ambages que una de los mejores y mayores centros de producción de narrativa en lengua española durante los años 50 fue la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. El germen de las vanguardias (1927) no languidecería y hoy que la obra de los literatos de aquella época cobra su sitio en el idioma (García Cabrera, Emeterio Gutiérrez, etc.), También Rafael Arozarena, Isaac de Vega, Antonio Bermejo, Alfonso García Ramos, Francisco Pimentel, José Antonio Padrón, entre otros, comienzan a contar y son los antecesores de narradores como Vázquez Figueroa, Alberto Omar, y un largo etcétera, todos marcados por esa contigüidad, las más de las veces del propio barrio de Duggi (cuyo apellido coincide con el segundo de Pedro Víctor Debrigode, y de cuya calle, de igual nombre, era vecino) donde pueden contarse hasta una docena de ellos. Incluso el barrio tuvo su tertulia literaria en las terrazas del restaurante Pino Gumira en la calle de Porlier o en el ya derribado Kiosko Asunción.
Según todos los indicios nos hallamos ante un creador que traspasa la comercialidad impuesta por el negocio editorial y asienta su estilo en las mejores lecturas y afanes literarios de mediados de siglo. El Conan Doyle santacrucero P.V. Debrigode adquiere los heterónimos de Arnaldo Visconti,, P.W. Debrigaw,. Red Colt, Diego Montes, Peter Debry, Vic Peterson, Arnold Briggs, Geo Dugan, Chas Logan.
Como un Pessoa de la narrativa, este autor, el más prolífico del grupo, es visto por el crítico Jürgen Nowak  como “un hombre que aun hoy en día está apreciado  (por los lectores alemanes) como uno de los mejores escritores de novelas de aventuras”.

 Pedro Victor Debrigode Duggi , nació en Barcelona en 1914  de padres con ascendencia francesa y corsa. Se desplazó a Canarias con el objeto de terminar sus estudios de Derecho, y aquí pasó gran parte de su vida. Durante la guerra civil estuvo confinado en el penal del puerto de Santa María y al salir de prisión su dedicación estuvo más del lado de la escritura que del ejercicio de la abogacía. Según algunas fuentes sus avatares en prisión se debieron a una acusación de espionaje de que fue objeto mientras se hallaba cumpliendo el servicio militar en Canarias. Fue en prisión cuenta el crítico alemán donde se despertaron sus talentos adormecidos, con la convicción de poder crear mundos fantásticos. Su estilo vendrá marcado por su confesión de que “había descubierto  en sí mismo sus personales formas de narración, amoldadas al sujeto, para describir exclusivamente nítidas acciones y no para pintar perfiles psicológicos y sondear motivos”. Jürgen Nowak continúa afirmando que en aquellos años franquistas, había muchos escritores y periodistas, sobre todo republicanos,  que tenían verdaderas dificultades para ganarse el pan y, siempre bajo la presión de represalias políticas y las dificultades financieras, sólo les cabía la posibilidad de mantenerse a flote como escritores a sueldo de novelas populares. Luego trabajó como periodista para France Presse largo tiempo como redactor en Venezuela y en la propia agencia con sede en París. En los 70 “echando mano de su verdaderamente genial talento lingüístico comenzó a hacer traducción  de relatos, novelas y ensayos de escritores extranjeros de gran renombre”. Amante de la novela negra norteamericana de los años treinta y cuarenta,  estimado como experto en cinematografía, muere en La Orotava en 1982. La recuperación de la obra de nuestro autor aparece así como una tarea inminente de la crítica, así como por el estamento público, la de poner a salvo la imagen de un insigne y prestigioso escritor y periodista, lo que se llevó a cabo durante las jornadas Algunos de los nuestros en el Ateneo de La Laguna, en la que tuve el placer de participar, de igual modo que en la presentación de Guiones Argumentales en la Sala San Borondón en la propia ciudad, lo que a renglón seguido se propició en Barcelona donde se le rindió un merecidísimo homenaje al que asistió su hija Victoria Debrigode.



















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