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viernes, 22 de julio de 2011

LA POESÍA COMO ALEGRE BARRICADA DE LO COTIDIANO

MARÍA ISABEL GUERRA.

LA POESÍA COMO ALEGRE BARRICADA DE LO COTIDIANO

Soles cotidianos

(El Vigía Editora)

Por Samir Delgado

Hay en los versos de Isa Guerra algo muy especial que salta a la vista de inmediato: una especie de verticalidad extrovertida en cada de sus poemas recogidos en libro. Aparecen como una suerte de enredadera de palabras colgadas a destajo sobre el folio con una susurrante familiaridad.

Algo muy especial en tiempos de moldes importados, por cierto. Engolosinan de inmediato y por eso sus versos no pasan nunca desapercibidos entre el montón apilado de las librerías capitalinas. Y además es autora canaria que se reconoce naturalmente inmersa en la tradición de este acuario lírico de atlánticas. No hay en su periplo poético traumas de procedencia, más bien una entusiasmada denominación de origen. Así vemos que la peculiar de su visión del mundo es confidencial, intimista pero sin las cerraduras herméticas de la metafísica, extremadamente comunicativa. Su registro personal está encalado por una crítica cabal hacia el mundo, una crítica bien asentada, ella misma se nos muestra tal como es por medio de la producción literaria tan cara en estos tiempos de incertidumbre social. Por eso merece toda la atención de la crítica y por algo más. He aquí a una poeta con los pies en el suelo y el brillo de la autenticidad asomando por sus anteojos ochenteros. Una poeta que vive sumergida en la fugacidad del tiempo.

Precisamente, la profesión docente de Isa Guerra nos revela todavía más pistas sobre la personalidad de la autora, ella anda desde hace muchos años metida en la ardua tarea de la orientación educativa en un instituto norteño de Gran Canaria, quienes la conocen saben de su contagiosa pasión por la literatura en mayúsculas- que es la vida misma en el fondo, biografía, vida recontada- y el impagable empeño investigador que ha volcado sobre la poesía social canaria del siglo pasado. De sus estudios universitarios en la ciudad de La Laguna nos llegan ecos imperecederos. Forma parte de la generación de profesores que hicieron carrera de obstáculos, curtidos de por vida en la lucha reivindicativa por las libertades tras los duros años tardíos del franquismo.

Isa Guerra, por todo ello, representa a la estirpe ciudadana que cultiva mejor que nadie el activismo cultural predicando con el ejemplo democrático radical. En el trasvase poético de su diaria abunda el sustrato de lo real, sin el típico escapismo de la subjetividad fantasiosa desplegando una mirada comprometida de enorme factura humanista. Así mismo la capacidad evocativa de sus versos nos traslada a la esfera de la existencia individual, casi resulta posible sentir el latido de la yema de los dedos pasando las páginas de su libro. No hay duda sobre la función de la poesía, la transparencia del lenguaje revela que no tiene límites el intercambio de la experiencia humana, lo particular fundamenta lo universal. Y nadie mejor que ella para sentenciar que “seguimos en pie, contra todo pronóstico, cansados, prisioneros, detrás de estos muros de piedra, que nos impiden ver las estrellas”.

Con la atrayente portada de Verónica Silva Acosta, las citas recurridas que marchan de José María Millares Sall hasta José Ángel Valente, y el compendio de versos que engrosan este volumen editado por El Vigía hay muchos libros de poesía de Isa Guerra que cruzan juntos de la mano el umbral de los años ochenta hasta ahora mismo: la poesía social como la alegre barricada de lo cotidiano.

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