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domingo, 17 de julio de 2011

CRIMENES DE LESA HUMANIDAD COMETIDOS EN CANARIAS CAPITULO DOS

CRIMENES DE LESA HUMANIDAD COMETIDOS EN CANARI AS

CAPITULO II

INVASIÓN DE TAMARANT (GRAN CANARIA)

Con fecha 13 de mayo de 1478 en Sevilla (f.106). Confirmación, a petición del secretario y cronista real Alonso de Palencia, de la capitulación asentada por éste, en nombre de Su Alteza, con don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y con los capitanes don Juan Bermúdez, deán de las islas de Canaria, y Juan Rejón, criado de la reina, sobre la armada para la conquista de Gran Canaria y otras islas pobladas de infieles. En dicha capitulación, que va inserta -Sevilla 20 de abril 1478-, se concede al obispo la orchilla de las islas mientras dure la conquista con el fin de compensarle los gastos que aquella le ocasionara, y los reyes se obligan a aportar 20 lanzas de la Hermandad. La Reina. Avila. Reg; Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

El 21 de junio de 1478, Comenzó la denominada Guerra de Canaria declarada unilateralmente por el reino de Castilla, para invadir y conquistar la isla de Tamaránt (Gran Canaria), por iniciativa de los nefastos Reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.

Desembarcan en La Isleta, Tamaránt (Gran Canaria) la escuadra invasora castellana-aragonesa transportando una expedición de mercenarios compuesta por “600 peones y gentes de a caballo” con ellos Juan Bermúdez, deán de Rubicón quien llevaba espada al cinto, como segundo del obispo Juan de Frías y capitán responsable de la invasión y conquista, y Juan Rejón, criado de la reina Isabel, como capitán representante de la corona en las tropas, mercenarias todos ellos bajo la alta dirección del obispo de la secta católica Juan de Frías, quien era además uno de los financiadores de la invasión y conquista.

El obispo Juan de Frías lleva en otra armada a un grupo de guanches de la Gomera que habían sido esclavizados por Hernan Peraza, el primero de este nombre, señor de La Gomera y del Hierro, había hecho objeto de una brutal traición a cien gomeros. Utilizando dos carabelas, de Palos y de Moguer que hacían comercio con la isla, dijo a sus vasallos que los necesitaba en los bracos, y cuando los cien incautos habían entrado en ellos, los llevó a España y allí los vendió como esclavos. (D. Wolfel, 1980, Documento 1:5)

Don Juan de Fría posiblemente afectado por la importante reducción que suponía para sus arcas y las de la iglesia católica la pérdida de cien siervos y además, por una cuestión de competencias decidió quejarse ante la corte castellana.

Tal como recoge el investigador austriaco Dominik J. Wolfel: “Don Juan de Frías fue a la corte y se quejó ante los reyes católicos quienes guardaron la justicia, encargaron a dos doctores de su Consejo, hacer la pesquisa.

En la sentencia ejecutoria de 6 de febrero de 1478 los vendidos fueron declarados libres y don Juan de Frías recibió esta sentencia como fiel ejecutor de la justicia. “Dos doctores fueron encargados de buscar a los vendidos por todos los reinos y ponerlos en libertad” para devolverlos a su tierra (Curiosamente, uno de estos doctores había sido el encargado de comercializarlos), pero el obispo estimó más práctico emplearlos en la conquista de Tamaránt. Pero la acción de conquista tuvo escasos resultados debido a las diferencias entre los capitanes invasores y a la escasez de recursos (Morales Padrón). En este intento, tanto el obispo Frías como el deán Bermúdez cortaron más cabezas de guanches canarii que las tropas de Rejón.

El cronista Palencia, que no recata su desprecio hacia los frailes a los que los militares consideraban como “mensajeros de todo lo peor” y los marineros como tipos de mal agüero, describe al obispo Frías como “hombre imbécil y nada religioso, vanidoso y de vida irregular”. -Este controvertido obispo de la iglesia católica y mercenario testó en Sevilla el 20 de octubre de 1485, porque una grave enfermedad le detenía postrado en aquella ciudad, a cuya población se había trasladado para tratar asuntos relacionados con la diócesis.

Consta por dicho documento público la valiosa donación que hizo a favor de su deán (Bermúdez) y Cabildo respecto a todas las casas, huertas, muebles, alhajas y esclavos que poseía en Winiwuada (Las Palmas) y en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el expresado documento decía: “Que por cuanto él tenía grandes cargos del deán e Cabildo de su Iglesia e en remuneración e satisfacción de aquellos e por descargo de su conciencia e porque toviesen cargo de rogar a Dios por su ánima e fazer memorias por él en cada un año, que les daba e dio en donación fecha entre vivos e non revocable, agora e para siempre jamás, unas casas que dijo que tenía en la isla de Lanzarote e otras casas que dijo que tenía en la isla de Fuerteventura en el Antigua e donó las casas de su morada que él tenía en la isla de Gran Canaria, todas juntas, como estaban e la huerta que él tiene e mandó comprar e por cuanto tenía siervos esclavos que él los daba e dio a la fábrica de la dicha iglesia Catedral de Canaria...”.-.

El 24 de agosto de 1479. Una importante expedición militar invasora a la captura de esclavos, acaudillada por el obispo Juan de Frías y el capitán de la mar Pedro Hernández Cabrón, sufrió una seria derrota en los alrededores de La Caldera por obra de los valientes e indómitos guanches de Tirajana. Los castellanos experimentaron cuantiosas pérdidas en muertos y heridos; al mismo tiempo que revestía circunstancias trágicas la difícil retirada. Pedro Hernández Cabrón después de haber depredado en Tirahana con sus tropas de mercenarios inicia la marcha hacía la costa donde estaban fondeados los navíos.

Un canario cristiano que había ido con ellos les dijo que no saliesen del lugar donde estaban, porque todos los canarios estaban allí juntos, y había muchas cuestas que descender muy agrias, y en ellas corrían gran peligro; que se estuviesen que dos allí dos días, pues tenían qué comer, y los canarios no tenían ninguna provisión y se derramarían en buscarla, y les sería más fácil la bajada. Mas el capitán Pedro Hernández Cabrón, como no había experimentado ni visto el ánimo y ligereza de los naturales, dijo que él no tenía temor a gente desnuda, y que tenía los navíos sin gente, que habían de ir adormir en ellos. (Fr. J. De Abreu Galindo
Era este Pedro Cabron o Hernandez Cabron un conocido pirata gaditano, que surcó los mares a fines de la baja Edad Media. Un pirata cuyo valor y maestría como capitán le llevaría a la Marina Real, a defender Napoles del ataque de los turcos o a marchar a las Canarias en busca de tierras que conquistar. Como también actuó por las costas africanas en contra de los enemigos de la cristiandad. Pedro Fernández aparece nombrado por primera vez en 1478, cuando los Reyes le conceden el perdón por los actos de piratería cometidos en la costa aragonesa, así como por su intervención en los conflictos entre los dos principales poderes de la zona: los Ponce de León y los Guzmán. Nos dice Antón Solé que es “genoves de raza y, a lo que parece, portuense de origen inmediato”.

Su pericia como corsario llamó pronto la atención de los monarcas y, en 1479, lo encontramos como capitán de la armada que, bajo el mando del obispo Fray Juan de Frías, parte hacia Las Palmas, en Canarias. Cambiaso y Verde nos da más información sobre la expedición y nos confirma sobre Pedro Caper –como aparece citado en Alonso de Palencia. (Javi Fornell, 2008)

Como réplica a la actitud de resistencia de los canarios, Juan Rejón, a finales del verano de 1478, quemó las sementeras (panes e higuerales), comenzando ya el proceso de deforestación insular. En 1479 el poblado Arehukas fue arrasado por las huestes invasoras castellanas, de este momento, sobresale la denominada “Batalla de Arucas”.

Las continuas pugnas y desacuerdos entre los mercenarios invasores castellanos: las desavenencias motivadas por el reparto de las rapiñas entre el mercenario Juan Rejón, y el clérigo católico deán Bermúdez, Pedro de Algaba y el obispo Frías contribuyeron a constantes discrepancias tácticas y luchas por el poder, careciéndose de acciones globales y efectivas conforme aun plan bélico coherente, acentuado por la falta de alimentos y refuerzos.

Toledo el 24 de febrero de 1480. Se concede que durante l0 años ni el Almirante ni sus lugartenientes lleven derecho alguno sobre las pesquerías y presas hechas en Gran Canaria, renunciando los reyes a los quintos sobre cueros, sebo, esclavos y armazón y sobre las presas hechas en las islas de infieles, salvo en la Mina de Oro, y comprometiéndose a impedir que Diego de Herrera haga presas en Gran Canaria y que concierte paces en Tenerife y La Palma. [Falta el final] (E.Aznar; 1981)

El judío converso Pedro de Vera, es nombrado el 4 de febrero de 1480 nuevo capitán, de la invasión de Tamarant (Canaria) entraba en winiwuada (Las Palmas) poco después del proceso a Algaba. Hacía su arribo como “segundo gobernador con su probisión real mandando a el capitán Rejón y a los demás caballeros ventureros conquistadores, capitanes, oficiales y gente de guerra que lo resibiesen por gobernador y capitán general”. Vera, pues, se aposentaba en Las Palmas con el ánimo alertado contra Rejón, según confiesa Palencia, como Corregidor, Gobernador, Capitán General y Alcalde de la isla de la Gran Canaria. Se abría la segunda fase de la etapa realenga de la invasión y conquista (1480-91). En esta misma cédula se ordena a genocida Pedro de Vera, gobernador impuesto de Tamaránt (Gran Canaria) que “proceda al repartimiento de todos los exidos (campos de labor) y dehesas y heredamientos de a dicha ysla entre los caballeros e escuderos e marineros e otras personas que en dicha isla están”. Este repartimiento empezaría tres años antes de concluir la conquista de la isla, que finalizó el 29 de abril de 1483.

En el mes de agosto o septiembre de 1480 el gran caudillo canarii Doramas y el invasor Pedro de Vera mantienen un entrevista en el reducto militar castellano.

“El capitán Pedro de Vera, una vez dispuesto para el parlamento acordado por ambas partes, ordena que se retiren los vasallos que escoltan a Doramas, al tiempo que presenta a sus subordinados: capitán Miguel de Mujica, su primo Juan Siberio, Miguel de Trejo de Carvajal y a su hermosa esposa la infanta canarii Thenesoya Vidina, casada con el colono normando de Titeroygatra (Lanzarote) Maciot Perdomo de Bethencourt.

En la conversación entablada entre los dos jefes se deduce desde un principio que el Vera no trata de profundizar el tema de canje de prisioneros, lo que se traduce más bien en una encerrona cuando el invasor tuvo la osadía sorprendente de vociferar amenazas e improperios a los canarii, exigiendo sin condiciones la entrega inmediata de unos sesenta prisioneros españoles en los cantones de Galdar. Además, el capitán Pedro de Vera, sin intervenir sus subalternos, acusó a los guerreros de Doramas de salvajes porque quemaban vivos a muchos prisioneros castellanos.

Ante las duras alusiones del general en la histórica entrevista, Doramas, sereno y persuasivo, respondió a Pedro de Vera que en las guerras no se admitían piedades como ocurría con sus compañeros de raza, que además de ser despojados de sus tierras y ganados, eran torturados y muertos a tiros por los arcabuceros castellanos si se resistían, para más tarde ser encadenados en las playas de Arguineguin, o Winiwuada, esperando ser vendidos como esclavos en los mercados de Sevilla y Valencia.

El capitán español, descompuesto y humillado, ante las referencias del caudillo canarii, quien se negó a aceptar la imposición de la religión católica, rechazando el bautismo cristiano, hizo intervenir como decíamos anteriormente a los suyos para comunicarles su funesta decisión de decretar la famosa trampa de detener y encarcelar a Doramas y acompañantes aprovechando la ventajosa situación.

Ante el delicado momento e injusta decisión de Pedro de Vera, el capitán Miguel de Mujica y Thenesoya Vidina se negaron a secundar semejante patraña, convenciendo al capitán invasor de no realizar una traición de tanta bajeza. Y sobra decir por lo tanto que toda la comisión isleña se marchó como mismo había venido.” (Julio Vera Trujillo.)

En 1480, Pedro de Vera, continuó las cabalgadas (captura de esclavos) en Chinech (Tenerife) y Benahuare (Palma).

A punto de salir hacia Chinech (Tenerife), no queriendo dejar a su espalda 600 hombres “de pelea”, Pedro de Vera aplicó el arma del político español, que es el engañó. Asegurando a cuantos le siguiesen, que “ganarían para vestirse”, consiguió embarcarlos por su pie, encerrados “debajo de la tilla”, para que no se orientasen por el sol o las estrellas, les llevó a Cádiz y Puerto de Santa María. Puestos en venta, los barcos regresaron, en busca de las mujeres y los hijos. Subieron a bordo sin chistar, con decirles que las llevaban, donde estaban sus maridos.

Superada la demanda por la oferta, los invendidos quedaron abandonados en libertad, por no alimentarlos, permitiendo que se alojasen extramuros de Sevilla, junto a la puerta de Milhojar. Muertos los más, al no aclimatarse, otros se desperdigaron por el reino, regresando a Tamaránt (Gran Canaria) los menos, para formar núcleo de población castellanizada. Condicionado por la extraña interpretación de la ética, que impera entre españoles, el cronista celebró la felonía, declarándola virtud, porque se perpetró por razón de estado, en aras de la “pacificación” de la isla. (L. Al. Toledo)

Años después, el canario Juan Manuel, recordaba a los católicos, que los naturales de Tamaránt (Gran Canaria), nunca fueron “vencidos”, pues dieron vasallaje voluntario, contra la promesa de que sus personas y bienes, serían respetados, por lo que “no son ni pueden ser esclavos”. Confirma el supuesto Juana Canaria. Sometida la isla a “nuestro servicio”, quedó en libertad “con los otros canarios, que nos mandamos que fuesen libres”, por haberse dejado bautizar, sin resistencia. Preparándose “para yr a la Ysla de Tenerife”, cuando Vera invitó a los varones a seguirle, prometiendo que saldrían aprovechados. Barruntando que terminarían en el mercado de esclavos, rechazaron la oferta. El gobernador quiso capturarlos, pero “se absentaron”, echándose al monte. Huido el marido de Juana Canaria, fue acusada de recibirle de noche, prestándole ayuda. Condenada a cautiverio, en Andalucía la compró un jerezano, destinándola a esclava doméstica. (L. Al. Toledo)

También en 1480, entre otras cosas que el gobernador Pedro de Vera hizo, luego que envió preso a Juan Rejón, fue mandar aprestar dos navíos, diciendo quería ir hacer guerra a Tenerife, a los guanches, y hacer una entrada; y mandó a percibir doscientos canarios de los que andaban en el real, haciéndoles grandes promesas y ruegos, con i

ntento de desembarazarse de ellos, enviándolos a Castilla, por la poca confianza que de ellos tenía y por entender que, teniéndolos consigo, no se podía hacer ningún ardid contra los canarios, que ellos no fuesen avisados de éstos.

Y así, tenía tratado con los maestros de los navíos que, como se viesen fuera del puerto, navegasen la vuelta de Castilla. Embarcáronse los doscientos canarios, y con ellos el valiente Adargoma. Iba por capitán de esta empresa Guillén Castellanos, que había venido a esta conquista de Canaria por orden de Diego de Herrera, “hidalgo de mucha confianza.”

Como los canarios se vieron en el golfo, y no divisasen en el viaje al pico de Teide, y que antes iban en continuo alejándose dél, quisieron alzarse los canarios y matar a Guillén Castellanos y a los maestros de los navíos, y quisieron desfondar los navíos, para que todos se fuesen al fondo, con rabiosa determinación. Guillén Castellanos y los maestros, viéndose en este trance, arribaron a Lanzarote, y allí echaron a los canarios en tierra. Fueron apaciblemente recibidos por Diego de Herrera, y los naturales de Lanzarote los aposentaron; y allí quedaron por vecinos, hasta que después pasaron en socorro del Cabo de Aguel, donde casi todos perecieron. Súpose este suceso en el real de Pedro de Vera, y los canarios que allí se hallaron, escandalizados de este caso, se alzaron y metieron la tierra adentro, con los demás, y comenzaron a hacer nueva guerra, con mayor coraje y fervor. (Abreu Galindo, 1977)

El 10 de diciembre de 1480 se ordena en la metrópoli la reclutas de ladrones y asesinos para la conquista de Gran Canaria. “Medina del Campo (f.50). Poder a Juan de Torres, corregidor de las villas, valles y merindades de Trasmiera, Peña Melera, Valdebeseros, Peña Samago, Peña Rubia y Val de los Herreros, para que en nombre de Sus Altezas pueda prometer palabra y seguridad de perdón a los delincuentes de su jurisdicción y del marquesado de Santillana y tierra del conde de Castañeda, salvo a los reos de traición, delito de falsa moneda, falsedad hecha en nombre de los reyes y saca de monedas de oro o plata, que fueren a servir a su costa en la conquista de Gran Canaria por espacio de seis meses, contados desde el día en que se presentaren a Pedro de Vera, capitán y gobernador de dicha isla, y de Miguel de Moxica, receptor de la misma. Se ordena a las justicias que no actúen contra las personas o bienes de quienes muestren la concordia hecha con Juan de Torres y fe de Pedro de Vera y Miguel de Moxica de haberla cumplido, pudiéndole exigir únicamente la restitución de los bienes que hubiesen tomado; y se ordena al chanciller y a los notarios que les libren las cartas y sobrecartas de perdón que necesitasen, con obligación de ser perdonadas por las justicias. La Reina. Rodericus. (E. Aznar; 1981)

CAPITULO III

MASACRE Y ESCLAVIZACIÓN DE LOS GOMEROS

PRIMER ALZAMIENTO DE LOS GOMEROS CONTRA LOS COLONOS EUROPEOS

La isla Ghumara o Gomera es la única del Archipiélago Canario que nunca fue conquistada, la penetración europea se produjo mediante pactos comerciales (casas de contratación) que paulatinamente y mediante la habitual política de engaños y traiciones de los castellanos, les permitió ir haciéndose fuertes en los territorios ocupados hasta hacerse con el dominio efectivo de gran parte de la isla.

Ante el creciente poder militar de los invasores asentados en el bando de Ipalam los gomeros resistentes se vieron obligados a ir replegándose hacía los cantones de Agana y Mulagua, para evitar ser esclavizados o muertos por los mercenarios del cruel engendro Hernán Peraza.

En el año 1477 estaba ya la isla de La Gomera (Ghumara) sometida al poder feudal castellano-europeo, con dominio pleno en Orone (Alajero/Arure/Valle G.Rey) e Ipalan (San Sebastián), con influencia y sin pleno dominio sobre Mulagua (Hermigua/Agulo) y Agana (Vallehermoso). Ese mismo año, enviado por su padre, llega a La Gomera el depravado Hernán Peraza “El Joven”. Dando inicio así a un periodo trágico durante el cual el colonialismo europeo mostró su autentico rostro esclavizador y masacrador de pueblos. Desde Mulagua y Agana igualmente los extranjeros europeos se iban apoderando poco a poco, por la fuerza de las armas, de la tierra, los ganados y de las personas.

Esta actitud de expolio y rapiña continuada por parte del desprovisto de conciencia, soberbio y brutal Hernán Peraza y su banda de forajidos, que culminó con el apresamiento mediante engaño de 100 incautos y confiados gomeros que, como queda dicho más arriba fueron enviados en dos carabela para ser vendidos como esclavos en Valencia y Sevilla.

Esta y similares actuaciones del asesino Hernán Peraza forzó a los gomeros resistentes a romper el pacto de colactación, llevándose a cabo entre 1478 y 1479 actos de alzamientos y resistencias básicamente en Mulagua y Agana.

En 1482, llegó a la corte española Hernán de Peraza, gobernador de la Gomera, para explicar la muerte de Juan Rejón, comandante de una flota que había sido enviada desde Castilla para invadir y conquistar la Palma y Tenerife. Rejón había sido asesinado por uno de los vasallos de Peraza por instigación de éste tras desembarcar en la Gomera. Isabel ordenó a Hernan Peraza “el joven” que se presentara ante ella.

Muchos, incluyendo el poderoso duque de Medina Sidonia, intercedieron por Hernán.

La reina fue magnánima y le perdonó con una doble condición: 1) que ayudara en la conquista de Gran Canaria, aportando tropas de la Gomera; y 2) que se casara con la hermosa Beatriz de Bobadilla. El matrimonio con la Bobadilla sólo puede entenderse como “castigo” si tenemos en cuenta que sus relaciones con el rey Fernando y otros eran conocidas en la corte. Inmediatamente después de celebrarse la boda, Hernán y Beatriz partieron para la Gomera. Ochenta gomeros de los bandos de Orone y Agana son reclutados por Hernán Peraza para ir a la conquista de Tamaránt (Gran Canaria,) con lo que había sido condenado el sevillano como queda dicho por el asesinato de Juan Rejón.

SEGUNDO ALZAMIENTO DE LOS GOMEROS

Hernán Peraza regresa a su feudo de la Gomera después de pacificada la isla Tamaránt, continúa con sus maldades con el pueblo gomero, se siguen expropiando nuevas tierras, se les somete al pago de impuestos abusivos y sus mujeres son perseguidas y acosadas. No fueron estos hechos solamente el que motivó la rebelión de los gomeros, a los mismos se debe añadir el gobierno despótico que realizaba el impuesto y cornúpeta señor sobre la isla, sino que además se dedicó, en contra de lo pactado, y para saciar su sed de rapiña, a hacer razzias esclavistas entre “sus siervos” lo que determinaría la conjura, en la que participaron los notables de los cantones ofendidos y dirigidos por Hupalupa, anciano “hombre mascota” encargado de vigilar el cumplimiento del pacto de colactación.

A principios de 1488, Mulagua se rebela. La sublevación y alzamiento poco a poco se va extendiendo a otros cantones, a toda la isla. El viejo sabio Hupalupo en unión de su hijo, y el jefe guerrero del bando de Mulagua Hautacuperche y varios de los suyos se trasladan a la Baja del Secreto (Valle Gran Rey) para, con enorme sigilo y cautela organizar el ajusticiamiento de Hernán Peraza e iniciar la liberación de La Gomera de la dominación del yugo colonial, y para “cumplir el deber sagrado de liberar a sus hijos de esclavos”.

Se decidió que Hautacuperche fuera el brazo ejecutor ultimando al traidor Hernán Peraza, aprovechando una de las frecuentes visitas del sanguinario tirano a la cueva donde se encontraba la sacerdotisa Yballa, en Guahedum. Con su muerte, los gomeros alzados decían en lengua guanche: -“Ya el gánigo de Guahedum se quebró”, en señal de que el pacto de colactación se había roto.

La noticia del ajusticiamiento de Peraza, es comunicado a cada rincón de la isla por medio del lenguaje silbado. Los gomeros comprendieron entonces que había llegado el momento de alzarse contra la dominación colonial extranjera el 20 y el 23 de noviembre de 1488 sometieron a los invasores a un justo castigo. Beatriz de Bobadilla con su familia y los mercenarios que constituían su guardia se refugiaron en la denomina Torre del Conde en cuyo asedio fue muerto el caudillo Hautacuperche. El intento de masacre total del pueblo guanche de La Gomera por parte de los verdugos sin entrañas Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla está profusamente recogido en la bibliografía canaria.

Sublevada la isla una ves más en justa defensa contra los colonos invasores, con los gomeros sitiando a la señora Beatriz de Bobadilla en la Torre de los Peraza o del Conde, fue enviado a la isla por los reyes católicos Pedro de Vera, cruel y nefasto personaje masacrador de pueblos, que daría lugar a uno de los más sangrientos y repugnantes episodios llevados a cabo por la barbarie de la cristiana y “civilizada” España en la invasión y conquista de Canarias.

Mal ejemplo toda revolución popular triunfante, a 4 de marzo de 1489, los reyes católicos ordenaron a Pedro de Vera rescatar a “nuestra criada”, señora de Gomera y Fierro, como tutriz de sus hijos. Aunque no lo necesitase, ampararía de paso a la Peraza que “posee por suyas ciertas yslas, que son de las yslas de Canaria”, para que sus vasallos “no se sustraigan a su obediencia”. El gobernador se comportó, a la manera oficial de la época y, la ex sitiada Beatriz de Bobadilla como no podía ser menos en seres tan execrables, se dedicó a continuas y desmedidas venganzas. El intento de masacre total del pueblo guanche de La Gomera por parte de los verdugos sin entrañas Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla está profusamente recogido en la bibliografía canaria.

Beatriz de Bobadilla condenó a todo los gomeros mayores de quince años del Bando de Orone y Mulagua a la muerte por “traidores”. Ordenó que fuesen arrastrados por los suelos, ahorcados, cortaron pies, y manos. No se perdonó la vida a ninguno de quince años para arriba, ejecutándose diversos géneros de castigo; empalados, guanteados, exponiendo sus cuerpos en caminos y otros sitios; llevados a la mar con piedras en los pies, manos y pescuezo, echados vivos al mar, ahogados… Igualmente Beatriz dio orden a Alonso de Cota que embarcase a un gran número de niños gomeros y mujeres para venderlos como esclavos en Lanzarote. Cuando los niños llegaron a la isla de Titeterogaka (Lanzarote) Inés Peraza ordenó que fuesen echados al mar y a los que quedaron repartió como esclavos de sus soldados.

Una vez consumada la masacre Pedro de Vera pasa factura de la ayuda prestada a la ninfomona Beatriz de Bobadilla.

Cobrados 1.000 castellanos en oro y 500 quintales de orchilla, a dos castellanos quintal, por el gasto, Vera se reservó ambas partidas, dando “cautivos en pago de su sueldo”, a “los escuderos e maestres de navíos e otras gentes, que fueron en lo suso dicho”.

Valorado el gomero o gomera, entre 7.500 y 10.500 maravedís, el obispo de la secta católica de Canarias y Málaga, que residía en la ciudad andaluza, quedó a cargo de la distribución de los gomeros esclavizados, no olvidando el gobernador Pedro de Vera obsequiar a la reina Isabel, con un camello y 9 esclavas y al Príncipe D. Juan, con tres cajas de conservas y una grande de azúcar.

De regreso a Gran Canaria Pedro de Vera, temiendo que los gomeros residentes en aquella isla que habían sido obligados a participar en la conquista, se rebelasen, una noche hizo aprender a unos 200 entre hombres, mujeres y jóvenes; a todos los hombres nos condenó a muerte, y ejecutó, y a las mujeres y niños dio por esclavos.

En julio de 1490, corrió que los gomeros, reducidos a esclavitud, tras la muerte de Fernán de Peraza, que eran cristianos, no habiendo intervenido en el ajusticiamiento, por tratarse de mujeres y niños. Falso lo primero pero cierto lo último, fueron declarados no "ganados en buena guerra", quedando en entredicho su captura. El Consejo retiró los libros a Pedro de Vera, ordenando repesca de cautivos. Iniciada en septiembre, la dirigió el mismo obispo, que los había comercializado. Dejaron los recuperados de padecer, bajo la férula del comprador, para sufrir en “poder de personas”, que los “criasen” y adoctrinasen, a cambio de trabajo, pero al ser declarados libres los naturales “de la ysla de la Gomera, que es en la Gran Canaria”, la precisión semántica permitió a parientes de cautivos, víctimas de la guerra de Vera, presentarse en la corte, que estaba en Córdoba, para reclamar la libertad de los suyos. Entre los demandantes apareció un Juan de Guzmán, sobrino de Juana Canaria, reclamando la libertad de la tía, esclava desde hacía 11 años. Citado Vera como vendedor, compareció su hijo Fernando, presentando por fiador a Gonzalo de Burgos, escribano en Gran Canaria. Pidió un cuarto plazo de 8 meses, que le fue concedido, por no pedirlo “maliciosamente”, al estar los testigos realmente “muy lejos”. (L. Álvarez de Toledo)

Por otra parte, especialista la monarquía castellano-aragonesa en el arte de destruir individuos, molestos o desafectos, acumulando pleitos sobre su persona, los acopió Pedro de Vera. En puertas su cese, le fue exigido la cuadratura del círculo: “por una parte”, habría de depositar “todos los maravedís que montan los dichos canarios vendidos, e por otra... facer sequestración de sus bienes”. Evidente que ejecutado lo segundo, no tendría posibilidad de cumplir lo primero, los monarcas entraron en razón, mandando sobreseer “dichas nuestras cartas, desbaratándolas y no haciendo cosa alguna, en virtud a ellas”. Aliviado el gobernador, se complicó la situación de Beatriz de Bobadilla. Las dificultades que planteaba separar las Canarias de señorío de las realengas, aconsejaban eliminarla. Se consiguió, creando el clima adecuado. Un Francisco Martínez, al regreso de la pesquería de cazones de Guinea, entró en Gomera para hacer aguaje. Traía barco nuevo de 20 toneladas, comprado en 26.500 maravedís, del que se enamoró Beatriz. Imprudente negarle el capricho, Martínez aceptó como parte de pago dos esclavas, valoradas en ocho y nueve mil maravedís. Embargadas por el obispo, demandó a la Bobadilla. A esta primera causa, siguieron otras. Sintiéndose justificado, el fiscal exigió a la Bobadilla depósito de 500.000 maravedís, para garantizar restitución, a los compradores de gomeros.”

Pero como entre truhanes anda el juego y a los reyes les urgía el acelerar la invasión y conquista de las islas denominadas por ellos de realengo con vistas a tener una plataforma en pleno dominio para las previstas invasiones de saqueo de África y las Indias, les convenía evitar enfrentamientos abiertos con el clero y los autoproclamados señores de las islas ya invadidas, quienes además venían mostrando ciertas inclinaciones hacía las ofertas de Portugal. Por ello, dictaron una serie de cartas aparentemente dirigidas a la protección de los guanches esclavizados pero que después en la práctica no pasaban de ser papel mojado en manos de los corruptos funcionarios.

Son decenas los documentos existentes en el Registro General del Sello, relativos a los gomeros esclavizados por Pedro de Vera y Beatriz de Bobadilla pero por razones de espacio nos limitaremos a reproducir unos pocos ejemplos extractados y publicados por el profesor español Eduardo Aznar Vallejo:

161. 1490 Agosto 27, Córdoba (f.363). Comisión a los obispos de Málaga y Canaria para que pongan en libertad, por su condición de cristianos, a las mujeres y niños cautivados en la Gomera y vendidos como esclavos, en Castilla y Aragón, por Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, y Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernando Peraza, en venganza por la muerte de éste, por cuyo motivo mataron además a muchos vecinos. Dichos canarios deben ser confiados a personas que lo críen y adoctrinen, llevando un registro de los liberados, de sus antiguos compradores y de los precios pagados por ellos, para poder actuar contra los compradores. Para cumplir tal comisión se les otorga poder cumplido. Decanus hispalensis. Johannes. Antonius. Didacus. Mármol.

162. 1490 (s.d.). Córdoba (f.50). Orden a Pedro de Vique, vecino de Jerez de la Frontera, para que informe a quienes y a qué precio vendió los esclavos y esclavas que Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, trajo de la Gomera, y a los que vendió por doña Beatriz de Bobadilla, emplazándole para que presente ante el Consejo los libros y escrituras que sobre ellos tuviere. Don Álvaro. Deán de Sevilla. Andréas. Antonius. Didacus. Castillo.

172. 1490 Octubre 30 (s.i.). (f. 202). Orden a Francisco de Mercado, para que devuelva a Juan del Castillo, escribano de cámara, 1.100 maravedís que le llevó por una esclava gomera, llamada Juana, que compró en Málaga, según parece por una fe de Pedro de Madrid, escribano del Consejo de dicha ciudad. Don álvaro. Decanus hispalensis. Johannes. Didacus.

173. 1490 (s.d.) Córdoba (f.237). Iniciativa a las justicias del reino, para que conozcan en la demanda presentada por Juan Ruiz de Requena, vecino de Córdoba, que reclama a Coronado y Campos, criados de Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernan Peraza, 6.750 maravedís que le pagó por un esclavo llamado Miguel, ya que éste le fue tomado por mandado de Sus Altezas por ser cristiano y libre.

174. 1490 Noviembre 4. Córdoba (f.74). Orden a Gonzalo de Córdoba, escribano de Cámara, para que ponga en libertad, por su condición de cristianos a las mujeres y niños cautivados en la Gomera , y vendidos como esclavos en los reinos de Castilla y Aragón por Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria y Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernando Peraza, señor de la Gomera , en venganza por la muerte de éste por cuyo motivo mataron además a muchos vecinos, y los entregue a los obispos de Málaga y Canaria para que cumplan las disposiciones reales, informándoles de quienes fueron los compradores y a que precio para que puedan ser compensados. Para cumplir su misión se le otorga poder cumplido y se ordena a las justicias que le presten todo favor y ayuda.

190. 1490 Diciembre 23. Sevilla (f.252). Iniciativa al gobernador de las islas de Gran Canaria, para que dé cumplimiento de justicia a Fernand Martínez de Alza, vecino de Palos, que pide la restitución de 2 esclavas canarias de 10 años o su valor en metálico, evaluado en 8 o 9 mil maravedís. Dichas esclavas le fueron dadas a cambio de un barco de 20 toneles, que le tomó a la fuerza doña Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán Peraza, cuando estando en la pesca de cazones llegó a la Gomera a tomar agua y bastimentos, y ahora han sido tomadas por el obispo de Canaria, por ser cristianas y libres. Suscriptores: Don Álvaro. Don Juan. Johannes. Andreas. Gundisalvus. Castillo.

1495 Febrero 13. Madrid (f. 48). Orden al bachiller Alonso Fajardo, gobernador y justicia de las islas de Gran Canaria, para que informe, a petición del obispo de Canaria, de la venta que hizo Pedro de Vera, gobernador a la sazón de Gran Canaria, de los canarios que se entregaron para ser bautizados. Don Alvaro. Joahnnes. Andreas. Gundisalvus. Felipus. Johannes licenciatus. Badajoz. (E. Aznar; 1981)

1495 Abril (s.d.) Madrid (f. 393). Incitativa al gobernador de Gran canaria, para que dé cumplimiento de justicia a Andrés de Navarrete, que reclama el importe de dos esclavos gomeros que compró, por 12.000 maravedís, a unos factores de doña Beatriz de Bobadilla y que le fueron tomados por el obispo de Canaria, por ser cristianos y libres. Dicho pago ha de realizarse no obstante la carta de sobreseimiento dada por el rey a doña Beatriz de Bobadilla. Don Alvaro. Juanes. Antonius. Petrus. Juanes licenciatus. Castillo. (E. Aznar; 1981)

1495 Abril ll. Madrid (f. 61). Orden a las justicias de Gran Canaria, Tenerife, La Palma, Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, para que reciban solemnemente la nueva Bula de Cruzada concedida por Alejandro Sexto y acojan a García Arias, delegado para dichas islas de los obispos de Salamanca y Avila, miembros del Consejo y comisarios apostólicos. El Rey y la Reina. Alvarez de Toledo. E. Aznar; 1981)

A 6 de junio de 1492, quedó cerrado el tema de los esclavos gomeros. Admitido por los miembros del corrupto Consejo de Castilla que los gomeros mataron a Fernán, para “perseverar” en sus errores de fe, es decir, para continuar manteniendo sus ancestrales ritos, se acordó que nunca fueron cristianos, a pesar de que todos ellos figuraban en las escrituras de venta con nombres cristianos, siendo sobreseídas las cartas, dictadas contra Beatriz de Bobadilla, por ser lícito el tráfico de infieles.

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