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lunes, 31 de enero de 2011

PALABRAS DE MARTIN BEUX EN LA PRESENTACION DE SU LIBRO SOBRE LA OBRA LITERARIA DE VICTOR ALAMO

Ya pasaron más de dos largos años desde cuando llegué a Canarias por la primera vez: dos largos años durante los cuales las emociones, cada día más intensas, se susiguieron una trás otra, hasta el límite extraño de la beatitud, y él más oscuro de la locura. Ahora sé, mirando hacia atrás, que cuando un día de septiembre subí en ese avión con destino el límite último de España y de Europa, no sólo mi persona fisica estaba siendo transportada hacia una nueva tierra, sino también, y sobretodo, mi vida estaba improvisamente tomando una dirección inesperada, porque en un puequeño rincón de ese inmenso océano, estaba un mundo que se habría revelado de repente, llevándome consigo. Puede que sea justamente debido a ello si esos dos largos años ya se fueron, volándose, escapandose como un último día de verano, para quedarse brillando en la memoria, pareciendo un sueño lejano.

En 2008, cuando solicité la beca Erasmus en mi Universidad de Génova, Las Palmas de Gran Canaria era un destino como los otros entre los cuales podía elegir, mucho más exotico, claro, pero una ciudad de España, como las demás, sólo más deseada debido a mi pasión por el surf. Aún no sabía que esa ciudad no sólo tenía la cocapitalidad de una comunidad autónoma, sino, también, era la cocapital de un mundo, o más bien de siete mundos lejanos, lejos de Italia, lejos de España, lejos de Europa, lejos el uno del otro. Aún no sabía que los seis meses, tiempo durante el cual supuestamente habría debido quedarme en Canarias, se hubieran vuelto dos años; ni siquiera sabía que el intercambio cultural que iba a vivir de alguna manera hubiera cambiado radicalmente mi vida.

Eso quise transmitir en este libro, un trabajo que sobresale los aspectos más puramente cientificos para tratar comunicar el amor por la tierra canaria y su literatura, con los ojos del viajero, con los ojos de un extrangero al cual el amor por el descubrimiento permitió descubrir un mundo maravilloso.

Principalmente dos fueron las sorpresas que las islas me desvelaron. Por un lado, su literatura: nunca me había preguntado antes si existían escritores entre los Canarios y, de todas formas, si habían, debían de ser nada más que Españoles y la literatura canaria nada más que una pequeña parte de la secular y dominante literatura española. Por lo contrario, no tardé mucho a darme cuenta de que sí existían escritores entre los Canarios y eso no era todo. Aunque hace poco más de unos 500 años, y aunque vengo personalmente de un País con una tradición literaria increiblemente intensa, me quedé impresionado dándome cuenta del hecho de que existe en Canarias una literatura impresionantemente expresiva, rica, llena de matices distintos y, al mismo tiempo siguiendo la misma dirección, expresando la misma condición canaria y encontrando en las mismas raíces guanches una de sus razones de ser.

Por eso, en este libro, acercandome a la historica cuestión sobre si existe una literatura canaria o si se trata más bien simplemente de una pequeña apéndice de la literatura española, defiendo la tesis según la cual si se debe hablar de literatura canaria, una literatura que, a los ojos de un extranjero, a los ojos de un Italiano, parece hija del mundo que describe y representa.

Ciertamente no me explico cómo una literatura con un tal potencial comunicativo obtenga un exito muy relativo en el resto del mundo, manteniendo su fama dentro de sus confines, casi como si ese océano fuese demasiado grande para dejar las letras y las ideas llegar allende el mar. De todas formas, Víctor Álamo de la Rosa, el autor en el cual se focaliza más este libro, representa una placentera excepción: su narrativa ha sido publicada y leída en diversos Países de Europa y América del Sur, pero creo que aún eso no es bastante por el increíble potencial comunicativo de su obra. Por eso mi augurio es que pueda pronto traducirlo en mi País, así como otros escritores canarios puedan exportar la literatura concebida y nacida en estas islas en el mundo para que tenga más visibilidad. Porque la literatura no sólo es imaginación: la literatura es un punto de vista sobre el mundo, y el mundo al que dicha literatura representa es demasiado interesante para que quede semi desconocido a otras culturas.

Uno de los aspectos que más me impresionaron entre las condiciones que caracterizan al hombre canario, y que la literatura de canarias bien describe, es ese lío particular que él tiene con su mar: ese mar que todo lo circunda y parece no dejar vía de escape, pero que al mismo tiempo, como una paradoja, representa también la única manera para huirse, para escaparse. Cuando conocí a Víctor Álamo de la Rosa por la primera vez, me fijé bien en sus palabras: “presta atención al horizonte”, me dijo, “parece una inmensa masa de agua que nos circunda, casi como si no nos permitiese escapar”... y de repente, por primera vez, tuve clara la visión de ese oceano vertical, casi como un inmenso muro azul que nos envuelve, ese oceano que representa al mismo tiempo la vida y la muerte, el final y el comienzo, sueños realizados y fallidos. Esto es probablemente lo que más me fascina de Canarias y de su literatura: esa condición, esa sensación de ser prisonero del infinito.

La otra increíble sorpresa que me regalaron las islas Canarias fue su aspecto más propiamente geográfico, ya que fue literalmente conquistado por su naturaleza. Antes de llegar, antes de empezar a conocerla, antes de empezar a vivirla, probablemente me esperaba lo que todo el mundo, por lo menos en Europa, subiendo en un avión que lleva a Canarias se espera: es decir playas doradas, palmeras en todo lado, un sol que quema y nada más; imagen esta muy parecida a las que se encuentran en las agencias de viajes, pero sorprendentemente distinta. A lo largo de los primeros seis meses de estancia, viajé por todas las siete islas y muy pronto me di cuenta de todo lo que las agencias de viaje esconden, de todo lo que los turistas no pueden apreciar: aquí la naturaleza se manifiesta sin intermediarios, expresando una belleza salvaje, de repente violenta, de repente misteriosa. Encuentro que si la sabes amar, ella se deja amar hasta la locura, adentrandose dentro de tu alma, formando parte de tu ser más profundo. Porque estos siete mundos me dieron y me quitaron todo, en estos siete mundos me perdí y de nuevo me encontré.

No hace muchos días, recibí a unos amigos y, hablando de experiencias pasadas, mi discursó acabó por hablar de Canarias, como muy a menudo suele pasar. En aquel entonces, de repente me di cuenta de que mis ojos estaban temblando, temblaban por la emoción de los recuerdos, por todas las sensaciones fuertes que he provado viviendo y saboreando este mundo, por cada imagen, por cada puesta del sol, por cada una de las siete islas.Porque fueron días de risas intensas, días de montañas a pico sobre el mar, de volcanes blancos como la nieve; debajo de un cielo estrellado de emociones gigantes, en frente de un mar que de olas muerde siete islas lejanas, dejando por el camino cienes de suspiros, kilómetros de gasolina y miradas hacia un horizonte que, cada día, asumía mátices más intensos.

Por esto quiero decirle gracias a Víctor Álamo de la Rosa, por haberme introducido al placer por la literatura canaria, y quiero decirles gracias a cada uno de ustedes, por ser parte de este mundo que tan amé. Gracias.

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