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miércoles, 7 de marzo de 2012

BRUNO BRANDT PARDO, enviado por Roberto Cabrera

 BRUNO BRANDT PARDO
Este trabajo acerca de Bruno Brandt merece ver la luz, toda vez que se ha abierto una exposición permanente en su honor tanto en Santa Cruz de La Palma como en Berlín. Nuestra revista ACORDE se adelantó a esta iniciativa en 2008. Un poema de nuestro colaborador Antonio Arroyo y un texto de Eduardo Westerdahl completaron dicha edición, además de una acuarela de este genial pintor de origen alemán, afincado en Canarias. @Roberto Cabrera

BRUNO  BRAND
por Eduardo Westerdahl.

                                                                    

       Bruno Brandt se me presenta en la lejanía del recuerdo como uno de los artistas llamados a hacer la renovación del quehacer pictórico. Hombre de escuela, de tendencia expresionista, albergaba en su espíritu la fisonomía común de los artistas de la trasguerra y del derrotismo del 18. Si bien es de destacar que su estancia e influencia están situados alrededor del año 30.
       Las islas registraron esta colorista e inquieta invasión procedente de Alemania. Citar pintores como Geiger, Curtius Schulten, Carl Drerup, Hans Tombrock, Hettner, entre muchos otros, es revivir la inquietud de una época, aliada a las obras de Servando del Pilar, de Juan Ismael, de la Escuela Luján Pérez, de Las Palmas, con Plácido Fleitas, Eduardo Gregorio, Felo Monzón, bajo la dirección inteligente de Fray Lezco. Y entre ellos la obra de Robert Gumbricht, de exaltación expresionista.
       Todo esto ha pasado y es una historia que ha dejado de serlo, pues ningún museo albergó estas obras, ni ha quedado constancia crítica de ella.
       A esta tropa invasora perteneció Bruno Brandt, que fue el único que se estableció en el reposo de las islas, encontrando su postrer asiento en Santa Cruz de La Palma, atendido por unos devotos de su arte, como fueron Baudet y Brito.
       La lección de Bruno Brandt se perdió. Hoy la recogen en Tenerife los agrupados a la Asociación de Acuarelistas Canarios y esto puede ser prometedor para su futura actuación. Brandt ejerció una gran influencia sobre don Francisco Bonnin, que él contaba con su característica ingenuidad. Por el año 31 Bonnin quiere hacer pintura expresionista. Pero para esto necesitaba el carácter iconoclasta de Brandt, su rebeldía, sus improperios y su cáustica actitud ante la vida.
Yo fui testigo por estos tiempos y por los que siguieron, de la vitalidad expresionista de Bruno Brandt. Pintaba de manera vehemente, como Tombrock. Tombrock pintaba en trance, se fatigaba y quedaba extenuado en el dibujo. Tanto Tombrock como Brandt eran pintores de una sola pieza, en donde era imposible esperar su humanidad desatada, su crueldad vehemente, de la propia obra, sangre o defección del impulso.
       A Bruno Brandt lo mismo le daba pintar sus acuarelas con agua o con orín. No aduló jamás a nadie. No era agradable para sus amigos. Era violento e inconveniente, mordaz y autoritario. Pero de toda esta gama salía su obra rápida, como convenía a su técnica acuarelista, expresiva, no contaminada por la vulgaridad o el detalle. Su mancha era amplia, segura, directa y sus cuadros siguen hoy válidos en el destello de la inocencia violenta de un gran pintor que fue sincero en su momento con su época y con su terrible carga personal.

             @Catálogo del homenaje a Bruno Brandt, S/C de Tenerife, 1969.
@Publicado en la Revista Acorde nº 6, dirigida por Roberto Cabrera 2008.

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BRUNO BRANDT (POEMAS)
de Antonio Arroyo Silva
1

N
áufrago de la lluvia.
El instante te adhiere
a la cáscara herida
y boga como un dios
por los ríos del vértigo.
2

Viejo avaro que el pulso
de la violeta afila
cabalgando la luz
desteñida del gesto.
3

Hacia el ojo locuaz
un silencio de arder
que en su tránsito arrastra
densidad del geranio
a morder el trasvase
de la pulpa al destello.
Chapotea su guiño,
reverbera en la fruta.

4

¿Eras tú el nadador
sumergido en el trazo
de ese mar insondable
que erosionaba el leve
crepitar de la tarde,
allá, en las lejanas
calles de piedra pómez?
5

Fue un instante: te vi
nadando el desarraigo
de la espuma en la niebla.
Respirando  la llama.
la única del páramo,
la que afiló el gorjeo
del pájaro infinito
y crepita en la rosa
claridad de la encía.
Adherías la luz
a la sed de tu anzuelo.

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